jueves, 13 de marzo de 2008

Las miserias del "Paraíso Americano" que no resolverán ni los demócratas ni los republicanos

En EEUU torturan, desaparecen, persiguen a Negros e Inmigrantes…mienten, violan los principios democráticos y recortan la libertad de prensa.

Para llevar a cabo sus planes de dominación mundial, el imperialismo ha vendido una imagen de “exportador de la democracia y los derechos humanos.”

Bush ha dicho que sus intervenciones en otros países tienen por objetivo, no los intereses geopolíticos o económicos imperialistas (gas, petróleo, materias primas y mercados) sino los “principios de igualdad y seguridad que se disfrutan en los Estados Unidos.”

Cuando habla de los “enemigos” de los EEUU, los caracteriza a todos como reaccionarios que no soportan la “prosperidad y libertades” de las que gozan todos los habitantes del país del Norte.

Estas no son sino burdas patrañas, que no por repetidas tienen un gramo de verdad.
En los Estados Unidos: el gobierno de Bush, apoyado por los fundamentalistas cristianos de derecha, le miente al pueblo norteamericano, a las Naciones Unidas y a su propio Congreso sobre las razones que lo llevaron a una guerra (no había programas nucleares en el Irak de Saddam Hussein, este no representaba un peligro para la seguridad de los Estados Unidos.)

Una vez demostradas las mentiras, el gobierno de Bush continúa sin interrupción sus planes y actividades militares.

Sus simpatizantes de la “Mayoría moral conservadora de los EEUU” no dicen una palabra contra semejante inmoralidad que ya ha causado la muerte miles de iraquíes, la destrucción de la economía de ese país y miles de bajas de soldados norteamericanos.

Presionado por los gastos militares de la guerra y ocupación de Irak, y la necesidad de contar allí con recursos y personal dedicados habitualmente a las emergencias, Bush no dudó un minuto en dejar expuestos a la muerte a decenas de miles de trabajadores, particularmente negros, durante el huracán Katrina.

Mientras la clase media alta y la burguesía sureñas eran rescatadas prontamente y trasladadas a lugares cómodos, secos y seguros, los negros fueron abandonados a su suerte y los que sobrevivieron fueron hacinados en lugares sin baños, comida ni agua durante semanas.

Pasado el huracán, y con la aprobación del gobierno de Bush, se planeó la reconstrucción de ciudades como Nueva Orleáns, pero esta vez impidiendo que se vuelvan a concentrar altos índices de población negra.

El objetivo de Washington es dispersar un millón de refugiados negros en veinte estados del país para negarles el más mínimo poder real o representación política.

Desde los atentados de las torres en el 2001, la administración Bush y el Congreso han aprobado más de cien leyes represivas con la excusa de combatir el terrorismo.

Las mismas incluyen el derecho del gobierno a espiar sin control judicial e-mails y teléfonos, detener a personas sin acusaciones formales y negarle a las mismas cualquier protección bajo la ley basados en vagas definiciones del terrorismo o la colaboración con el mismo.

Desde el 11 de Septiembre del 2001, miles de personas han sido detenidas en todo el territorio norteamericano y desaparecidas en cárceles y sistemas judiciales de todo el país.

Miles han pasado años presos sin que se les presente ningún cargo ni se los acuse de crimen alguno.

A estos prisioneros se los niega a sus familiares y no se les permite tener abogados defensores.
Muchos han sido expulsados del país silenciosamente.

Algunos que fueron liberados han denunciado que se los mantuvo encapuchados, esposados, se los sometió a golpes y tortura psicológica.

Estados Unidos mantiene en la base de Guantánamo, Cuba – que retiene ilegalmente y por la fuerza contra el deseo del gobierno cubano – tres campos de concentración por donde han pasado miles de prisioneros de una docena de países.

Estos prisioneros son interrogados varias veces al día y el uso de la tortura está permitido ya que estos campos, al estar en territorio extranjero, no se hallan bajo jurisdicción de ninguna corte.

El tratamiento indigno de los prisioneros ha incluido el abuso sexual, la destrucción de Coranes y los golpes y encapuchamientos permanentes.

El Presidente Bush, el Vicepresidente Cheney y otros prominentes dirigentes del gobierno y del Congreso aprueban públicamente la utilización de la tortura como método aceptable para interrogatorios de prisioneros y acaban de vetar una norma que planteaba la ilegalidad del método de tortura denominado “submarino”.

Con esta metodoogía y otras aún más aberrantes se sigue torturando en prisiones como Abu Ghraib y otros campos de prisioneros que mantiene EEUU o sus aliados en Irak, Afganistán y otros países.

Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos ha recurrido a “subcontratar” la tortura, enviando prisioneros para interrogarlos en países y por gobiernos que utilizan los métodos más salvajes de torturas. Se sabe que cientos de prisioneros han sido enviados temporariamente a países como Egipto, Pakistán, Jordania y otros.

El gobierno de EEUU ha presionado, y logrado con al menos 50 países, que estos acepten la presencia de soldados norteamericanos quienes gozan de impunidad contra cualquier crimen que cometan incluyendo el asesinato, la violación de mujeres y niños, la tortura, el uso de drogas, la trata de blancas y otras actividades criminales.

La prensa norteamericana opera en condiciones de semi-amordazamiento y control extremo.
Los más de 40.000 medios de difusión existentes en el país son en su mayoría controlados por una docena de grandes corporaciones, todas ligadas a los partidos imperialistas Republicano y Demócrata.

En los últimos años, el gobierno ha procedido a utilizar las cortes judiciales y la cárcel para obligar a muchos periodistas a revelar sus fuentes, con el objetivo de atemorizar a futuros testigos de abusos o corrupción gubernamental.

Desde el 2001, más de una docena de nuevas leyes federales han sido aprobadas para perseguir a los inmigrantes indocumentados, negarles sus derechos de educación, salud y vivienda y autorizando su expulsión sumaria del país en muchas circunstancias.

Las redadas policiales en barrios y centros de trabajo donde hay muchos inmigrantes son cada día mas frecuentes. Se estima que cerca de un millón de personas son expulsados o impedidas de ingresar en territorio norteamericano.

Debido a estas medidas, cerca de quince millones de personas viven un sistema virtualmente de apartheid.

Los opositores o críticos al gobierno o al propio Bush son perseguidos y arruinados como sucedió con talentosos periodistas investigadores como J.H. Hatfield que escribió un libro sobre George W. Bush, solo para verlo retirado de circulación a los días de publicado.

Hatfield fue perseguido por la policía, enjuiciado por cargos fantasmas, arruinado económicamente y finalmente se suicidó.

Una suerte semejante corrió el periodista del San José Mercury News que reveló por primera vez la conexión de la CIA con el tráfico de drogas.

La esposa y miembro de la CIA de un embajador norteamericano que se atrevió a desmentir a Bush sobre los planes nucleares de Saddam Hussein fue expuesta como agente de la inteligencia por el propio vicepresidente y sus asesores para que pusiera en riesgo su propia vida.

Estos son tan solo algunos ejemplos de las maravillas del sistema “democrático” que Bush busca exportar a otros países en la punta de los fusiles de sus marines.

Es probable que también desee exportar los cinco millones de norteamericanos que viven en las calles de las grandes ciudades, los 15 millones de desocupados y los 40 millones que viven por debajo del nivel de pobreza y no cuentan ni con asistencia médica…

Nota publicada en El Trabajador año 2006

Leer:
DD.HH. en las tierras de Bush, Hillary y Obama
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