martes, 9 de junio de 2009

Gran Bretaña: Gordon Brown en la mira / Por Carmen Carrasco

La crisis mundial continúa cobrando sus víctimas. Primero fueron los gobiernos de pequeños países como Islandia y Letonia, luego los gobiernos de países más importantes, como Hungría y República Checa, y ahora le ha llegado el turno a Gran Bretaña, uno de los miembros del selecto grupo de países más poderosos del mundo.

Según las encuestas, este 4 de junio, en las elecciones al Parlamento europeo que se desarrollan en simultáneo con elecciones locales, el laborismo del primer ministro Gordon Brown será ampliamente derrotado por los conservadores y los liberales, perdiendo la mayoría en casi todos los lugares, y cerca de 200 diputados a nivel nacional.

Este resultado puede terminar en un llamado a elecciones anticipadas y el fin del mandato de Gordon Brown, cuya popularidad ha caído más rápido que la de cualquier primer ministro en los últimos 80 años.

Piletas y canchas de tenis pagadas por el Estado

Cuando se espera este año una caída de la economía de 4.5%, el peor año desde 1931, y cuando el desempleo ha llegado a su nivel más alto desde 1981, el descontento y la bronca contra los banqueros y políticos es enorme.

En mayo, por primera vez en 300 años, renunció el jefe del parlamento, Michael Martin, después del escándalo por la revelación en la última semana de los gastos personales de los parlamentarios pagados por el Estado.¿

El periódico Daily Telegraph provocó un verdadero terremoto en la política británica, con su meticuloso estudio sobre los gastos personales de los diputados de todos los partidos, cubiertos a expensas del erario público.

Los 646 parlamentarios británicos reciben un salario anual de 65.000 libras (casi 400.000 pesos argentinos), pero cobraron 93 millones de libras en gastos extra el año pasado, 144.000 libras por cabeza (más de 800.000 pesos).

Del escándalo no se salvan ni los conservadores ni los liberales, que están en la oposición. El diario Financial Times tituló: “no llegó a ser una revolución, pero es el final de una era”. “Muchos creen que la reputación de Westminster (el palacio del parlamento) está en ruinas y que la democracia británica está al borde de su propia revolución.

Esto es lo que se llama un momento histórico. Martin fue el primer jefe del parlamento depuesto desde Sir John Trevor hace 300 años”. Pero aunque no se llegue a la revolución, “estamos al final de una era. ¿Por qué parar en el parlamento? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que alguien pregunte por los gastos de la reina?”

La responsabilidad de los laboristas

El mar de fondo es la crisis económica y la enorme responsabilidad de Gordon Brown, que fue el ministro de Economía durante los años dorados de Tony Blair, cuando Londres brilló como segundo centro financiero del mundo.

El aumento de la desigualdad social no sucedió bajo los conservadores, sino bajo el laborismo.

La Gran Bretaña de Gordon Brown ha llegado a los niveles más altos de desigualdad desde los años 60, tras tres años sucesivos de aumento de los ingresos de los ricos y caída de los ingresos de los pobres, de manera que la desigualdad es hoy mayor que hace treinta años, bajo el gobierno de Margaret Thatcher, y el número de adultos que vive en la pobreza llegó a 11 millones, el mayor nivel en la historia.

Por eso, son los propios laboristas quienes claman a voz en cuello la renuncia de Brown. La conocida columnista Polly Toynbee escribió en The Guardian: “Es el final del laborismo y de Gordon Brown.

El abismo lo espera. El tiene la culpa por el fracaso del laborismo en garantizar a la gente de ingresos bajos y medios recibir una parte mayor del crecimiento nacional, mientras los ricos prosperaron”.

La furia se siente en las calles. Frente a la oficina de Geoff Hoon, el ministro de Transporte implicado en el escándalo, apareció un cartel que dice: “Bastardo ladrón, fuera”. Un votante laborista de toda la vida, entrevistado por un diario inglés, declaró:

“Cuando era joven, los conservadores mantenían ricos a los ricos, y pobres a los pobres, pero nadie lo esperaba de los parlamentarios laboristas, creías que estaban de tu lado. Se acabó el partido de los trabajadores, nadie nos defiende”.

Las huelgas salvajes continúan

Las huelgas salvajes de trabajadores de la construcción en Gales e Inglaterra obligaron a Hertel UK a retroceder de su intento de no usar trabajadores sindicalizados y reemplazarlos con trabajadores polacos.

Los trabajadores de la vecina Dragon LNG (Gas natural licuado) pararon en solidaridad con ellos y se unieron al piquete, junto con los trabajadores de otros 16 instalaciones en el país. 500 trabajadores de la construcción se reunieron en la estación eléctrica de Aberthaw en solidaridad con ellos y cerca de 1000 en la refinería de petróleo de Lindsey y Conoco en Lincolnshire.

El reclamo es que se cumpla el “Supplementary Project Agreement”, un acuedo que garantizaba que los trabajos serían ofrecidos en primer lugar a los trabajadores sindicalizados antes que ofrecérselo a trabajadores de afuera del Reino Unido.

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