martes, 23 de septiembre de 2008

Crisis financiera internacional CRUJE EL IMPERIALISMO (publicado en "No Transar", periódico del PRml de setiembre)

En marzo de este año la Reserva Federal (el Banco Central) de los EE.UU. salió al rescate del Bear Stearns, un banco de inversión yanqui en la lona, y puso uno sobre otro 30.000 millones de dólares, para garantizar su traspaso.

El Banco Central Europeo y su par de Japón, por aquello de que cuando ves las barbas de tu vecino cortar poné las tuyas a remojar, inyectaron otros miles de millones a su sistema financiero. Temblor más, temblor menos, nadie se jugaba pero parecía que lo peor se había conjurado.

Seis meses después, el ultraliberal Bush, el ‘fundamentalista’ del mercado y no el ‘populista’ Chávez, estatiza dos prestamistas hipotecarios destinando 200.000 millones de dólares para detener la crisis del sector inmobiliario, jaqueado por miles de hipotecas imposibles de pagar para los deudores norteamericanos del escalón más bajo. Fannie Mae y Freddie Mac, a pesar de sus nombres de historieta, causaron lágrimas antes que sonrisas.

No hubo tiempo para que el pañuelo se secara que se vino abajo el Lehman Brothers, otro banco de inversión de primer nivel, baste decir que el valor de sus ‘activos’ equivalen a más de dos veces el PBI argentino.

Esta vez Bush se hizo el sota y el banco a la lona, dejando un tendal; tal vez pensó que era un escarmiento por si algún pícaro pensara también ‘socializar’ sus pérdidas. Pero no funcionó. AIG, la mayor aseguradora del mundo, debió ser estatizada para evitar su quiebra. Otros 85.000 millones de dólares para salvar la ropa de los timberos.

En lo que va de setiembre, para apagar el incendio el gobierno yanqui gastó tanto como nuestro PBI anual, lo que habla de la magnitud de esta crisis y que padece la principal potencia capitalista.

Inexorablemente, esta crisis se propagará al resto del mundo capitalista desarrollado. Nadie se anima a vaticinar su duración y profundidad hoy; únicamente preparan sus equipos de bomberos.

Intentando arrimar una explicación a la crisis, aunque antes aclara que no sabe «qué viene después», el economista Paul Krugman dice: «Para entender el problema, es necesario comprender que el viejo mundo bancario, en el que instituciones albergadas en grandes edificios de mármol aceptaban depósitos y prestaban dinero a sus clientes de mucho tiempo, ha desaparecido.

Fue reemplazado por lo que se conoce como ‘sistema bancario fantasma’. (....) casi todo el negocio financiero se lleva a cabo por medio de complejos acuerdos arreglados por instituciones ‘no depositarias’, instituciones como la difunta y lamentada Bear Stearns. Y como Lehman.» (La Nación, 16/09/08).

Le tomó su tiempo a Krugman. Marx, Bujarin y sobre todo Lenin lo señalaron hace mucho, mucho tiempo: «El imperialismo, o dominio del capital financiero, es el capitalismo en su grado más alto (....).

El predominio del capital financiero sobre todas las demás formas de capital implica la situación dominante del rentista y de la oligarquía financiera, la situación destacada de unos cuantos estados, dotados de ‘potencia’ financiera, entre todos los demás» (El imperialismo, fase superior del capitalismo. Lenin, abril/ 1917).

En nuestros días, vemos un capital ‘financiero’ separado de su aplicación a la producción, al decir de Marx «consolidándose la idea del capital como un autómata que se valoriza por si solo».

Pero esto no puede sostenerse por siempre y sobrevienen las crisis con la consiguiente destrucción de ‘activos’ o ‘patrimonios’. Así lo demuestran los hechos. Tarde o temprano debe restablecerse el proceso de valorización objetivo.

La pregunta que viene ahora es qué hará Bush cuando Ford y la General Motors, que juntas declararon pérdidas por más de 20.000 millones de dólares, le pidan que les tire una cuarta. Que nuestra presidenta no se alegre. Nadie está a salvo de esta crisis.

El imperialismo tiene la particularidad de agitar todas las contradicciones, las nacionales, de clase y entre las potencias capitalistas, con más razón en períodos de conmoción como los actuales.

Los trabajadores y pueblos del mundo deben impedir con su lucha ser los patos de la boda de esta crisis y, al mismo tiempo, acelerar los pasos en dirección hacia la revolución por la liberación y el socialismo.


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