jueves, 19 de marzo de 2009

Fracasan los intentos de Obama por superar la crisis, mientras pretenden recauchutar al FMI

El gobierno de Obama ha presentado al Congreso el presupuesto que contempla un déficit de 12.3% del Producto Nacional Bruto, el mayor desde la II Guerra Mundial.

“El presupuesto que Obama propuso es el intento de terminar tres décadas de política económica dominada por las ideas de Ronald Reagan y sus partidarios”, escribió David Leonhardt en The New York Times.

Obama propone aumentar impuestos a los más ricos, aumentar programas para los pobres, se impone el objetivo de una cobertura universal de salud y expandir acceso a la educación superior.

El presupuesto ha recibido muchas críticas, en primer lugar, porque supone que la economía de Estados Unidos crecerá el 4% el año que viene, algo que ni el más soñador de los economistas pronostica.

Lo fundamental, es que el presupuesto no significa un verdadero cambio. El valor total del gasto en salud pública es de 634.000 millones de dólares a lo largo de diez años, pero las guerras de Irak y Afganistán cuestan más de 100.000 anuales, o sea que, que, en diez años, superan lo que se va a gastar en salud.

Obama anunció la salida de de las tropas de Irak en 2010, pero aumentará la presencia en Afganistán y subirá el gasto militar total. Los impuestos subirán apenas al nivel que estaban antes de los recortes de George W. Bush, 39.6%.

Ni siquiera se acercarán a la tasa impositiva que había durante el gobierno de Richard Nixon, que era del 70%. Durante el gobierno de Eisenhower, en los años cincuenta, era 91%.

A pesar de lo limitado del presupuesto, se está abriendo en Estados Unidos una importante crisis política. Nueve gobernadores republicanos, fundamentalmente del sur, anunciaron que no entregarían dinero para el paquete de estímulos anunciado por el gobierno.

Obama no ha logrado frenar la crisis, que continúa profundizándose. Su plan de inyectar dinero a los bancos no está funcionando. Ya se han comprometido 9 billones de dólares de ayuda al sistema financiero, y ya se gastaron 2 billones de esa cifra, pero no se ha tomado ninguna medida para frenar los despidos, las suspensiones y cierres de fábrica.

Por el contrario, Obama está dejando hundir a General Motors, una de las compañías emblemáticas de la industria norteamericana, y exige a las patronales automotrices un plan de reestructuración que se traduce en más despidos, suspensiones y bajas salariales, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo.

Es que Obama no quiere sentar el precedente de nacionalizar el sistema bancario, ni General Motors, porque estas medidas, tomada por el presidente de los Estados Unidos, serían la demostración más categórica de que el capitalismo y el libre mercado han fracasado.

Pero la crisis es tan grande, que los economistas más prestigiosos del mundo lo están llamando a dar ese paso, entre ellos, el premio Nóbel Paul Krugman. “Existe una frustración creciente, mas aún, existe pánico, por el fracaso de Obama en hacer que sus palabras se vuelvan realidad”, escribió hace poco en The New York Times.

“El debate es entre la nacionalización parcial y total, no entre nacionalización y no nacionalización”, dice el profesor Nouriel Roubini, uno de los pocos que advirtió sobre el estallido de las burbujas financieras.

G20 Reformar el FMI o no pagar la deuda

El 2 de abril se realizará en Londres la reunión del G20, un grupo formado por los ocho países más industrializados (G-8), las once principales economías emergentes, y la Unión Europea.

La cumbre discutirá propuestas para salir de la crisis mundial. La idea es reformar el FMI, que fue muy estricto en poner condiciones a los países emergentes, pero que dejó inflar todas las burbujas en Europa y Estados Unidos sin ningún control.

Ante este fracaso, ahora quieren reformular las tareas del organismo, para imponer regulaciones más estrictas a las finanzas internacionales.

También quieren reflotar su papel para que se haga cargo de ayudar a los países emergentes, cuyas economías estén en grave peligro de default, debido a la crisis internacional.

La idea es modificar los estatutos del organismo para darles mayor participación a países como China, Rusia, Brasil y otros, con la intención de que éstos aporten los medios para ayudar a las naciones al borde del default.

Así lo explicó el primer ministro inglés Gordon Brown: “Estados Unidos y unos pocos países no pueden cargar con la responsabilidad del estímulo fiscal y de las tasas de interés” para ayudar a los países emergentes.

Se quieren sacar de encima el problema, como acaba de hacer la Unión Europea con Europa del Este, al negarse a otorgar un préstamo a los países de la región, enviándolos a hacer cola ante el FMI.

El gobierno de Cristina Kirchner, que se prepara para volver al FMI, quiere ser más papista que el Papa, y presentar como una idea original, las mismas propuestas que están trabajando los representantes de los países imperialistas.

“Es hora de que el FMI pueda dar créditos sin imponer sus condicionalidades, es hora de que el Banco Mundial tenga una capacidad de crédito mucho más importante, sobre todo en el área de infraestructura”, dijo el canciller Jorge Taiana.

Lo que se necesita no es un Fondo para prestar dinero y supervisar a los países que, agobiados de deudas, no las pueden pagar más. Lo que hay que hacer, es dejar de pagar la deuda externa.

Hay que cambiar de raíz el sistema capitalista que ha llevado el mundo al colapso económico y a la miseria.

Se necesita un nuevo sistema económico mundial, en el que gobiernos de trabajadores controlen la banca, las finanzas, el comercio exterior y las principales empresas y servicios de sus países, con planes económicos que permitan erradicar el hambre y el desempleo, y que trabajen solidariamente en una federación socialista mundial.

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