Días decisivos en la revolución Siria:
Luchemos junto a las milicias para acabar con Assad y para conquistar un
gobierno de los trabajadores en lucha
La
masacre perpetrada por el genocida Bashir Al-Assad no tiene fin. Ya son más de
veinte mil muertos. Hombres, mujeres y niños, víctimas de disparos de cañones,
aviones, helicópteros, morteros y artillería pesada. Estos crímenes de guerra
incluyen masacres en Homs, Hama, Aleppo y Damasco, donde el ejército ingresó casa
por casa, torturando y ejecutando a mansalva.
Sin
embargo las masas sirias no se rindieron ni dejaron de luchar. La heroica e
infatigable resistencia se mantuvo en pie y dio pasos enormes en su
organización militar, enfrentando a un gobierno asesino, que cuenta con el
apoyo de Rusia, China y el mismísimo estado sionista y racista de Israel.
La violencia de la burguesía, aplicada cobardemente
por el gobierno sirio, está siendo respondida con la legítima autodefensa de
las masas, que están librando una batalla clave en Aleppo, que parece la versión
siria de la batalla por Trípoli. Si la segunda del país fuera finalmente tomada
por los revolucionarios, Al Assad quedaría acorralado en Damasco, igual que
Kadaffi, cuando quedó aislado en Sirte, donde fue ajusticiado.
Esta
batalla podría definir una guerra civil que unió militarmente a la clase
trabajadora, burgueses disidentes, desertores y sectores religiosos contra un
Frente Único Semifascista y Contrarrevolucionario conformado por el régimen
asesino, los gobiernos de China, Rusia e Irán, la organización Hezbollah y la
seudo izquierda chavista, castrista y pro estalinista.
Desde
la Corriente Revolucionaria Internacional, conformada por CS de Argentina y MR de Brasil, nos ubicamos
incondicionalmente del lado de las masas que luchan contra la dictadura de
Assad y por la destrucción de las instituciones del régimen y el aparato
semifascista sirio. ¡En esta guerra no han ningún espacio para la
“neutralidad”!
Sólo se triunfará con la Revolución
Socialista
En
Siria no solo se lucha por la libertad de expresión y otras reivindicaciones
democráticas formales, sino principalmente por trabajo, salarios y los derechos
obreros y populares. Los insurrectos están defendiendo sus condiciones de vida,
brutalmente atacadas por los efectos de la crisis económica capitalista mundial,
que dejó a la mayoría de la población en la pobreza, mientras que la burocracia
gubernamental se llena de lujos y privilegios.
No existe ningún gobierno capitalista capaz
de responder a estas demandas, que solo podrán resolverse aplicando el Programa
Socialista. Los trabajadores y el pueblo tendrán total conciencia de esta
perspectiva en la medida en que forjen una dirección revolucionaria que los
conduzca hacia el triunfo; un objetivo planteado para Libia, Egipto y Túnez,
pero también para Europa, Argentina y Brasil.
Por
lo tanto, la lucha por la conciencia de los trabajadores se trasformó en un
objetivo inmediato para los revolucionarios, que mientras practicamos la unidad
de acción militar contra Assad, nos diferenciamos tajantemente del resto de los
que combaten en esta guerra, reafirmando nuestras posiciones socialistas y
laicas. Esta pelea política no está planteada para “otra etapa”, sino que es
permanente, como la revolución.
No a la intervención imperialista en Siria
El
imperialismo está tratando de reubicarse frente a los acontecimientos: Desde
una posición inicial de complicidad directa con la masacre, pasó a condenar
-formalmente- al gobierno, aunque sin hacer nada práctico para detener el
genocidio ni bloquear el flujo de armas y recursos que sostiene al gobierno
desde el exterior.
Estas posturas podrían ser modificadas si
los imperialistas deciden entrada en acción de las tropas de la OTAN, por
ejemplo desde Turquía. Los revolucionarios rechazamos cualquier intervención
del imperialismo en el conflicto. La ayuda internacional que promovemos -armas,
dinero, víveres, provisiones, combatientes, etc.- debe provenir de las
organizaciones obreras y populares y tiene que servir para sostener a los revolucionarios
en lucha.
La intervención militar imperialista tiene
el objetivo de derrotar o desviar un probable triunfo revolucionario que
pondría a Siria por fuera del control de los gobiernos capitalistas centrales,
una situación que desestabilizaría Medio Oriente. El imperialismo no comenzó la
revolución ni forma parte de la misma.
Quienes luchan contra Assad son los docentes,
choferes, obreros, comerciantes, profesionales de la salud, estudiantes... que
apuestan a conquistar un país para sus trabajadores y su pueblo. El
imperialismo, cínicamente, trata de intervenir en el conflicto, solamente para
sabotear la revolución. En ese sentido está organizando un plan de “emergencia”
sino logra salvar a Assad.
La tarea número uno de los revolucionarios es
acabar con la dictadura. Pero, al mismo tiempo, en estos combates, enfrentamos
y rechazamos cualquier intervención imperialista. La revolución debe expulsar a
sus tropas de la región, como por ejemplo en Irak, y destruir todas sus bases
militares.
Ninguna confianza en las direcciones
islamistas, por la destrucción del Estado de Israel
Los
grupos islámicos han ganado fuerza en el conflicto, aprovechando que la mayoría
de la izquierda abandonó a los revolucionarios a su propia suerte, apoyando a
Assad o ubicándose en una postura de “neutralidad”.
Grupos como a Al-Qaeda -sunita- y otros
como las Brigadas Fundamentalistas Musulmanas, está peleando en nombre de un
programa teocrático reaccionario, que en caso de triunfar impondría la Sharia
(ley islámica) a través de un estado burgués fundamentalista.
Estos grupos, más allá de que ahora apunten
sus fusiles contra el ejército de Bashar Al Assad, son enemigos estratégicos de
la clase obrera, de la democracia y la revolución, por lo tanto debemos
combatirlos, levantando el único programa capaz de resolver las
reivindicaciones insatisfechas de las
masas, el del socialismo revolucionario.
De ganar, en el “mejor” de los casos, harían
como la Hermandad Musulmana, que gobierna Egipto manteniendo el sistema de
explotación de las Fuerzas Armadas, atacando violentamente los derechos obreros
y a los manifestantes laicos y de izquierda. Por otro lado, las organizaciones chiitas,
como Hezbollah, junto al gobierno de Irán, están en Siria para apoyar a su
ejército y exterminar a la revolución.
Ninguno de los sectores islámicos defienden
los intereses de los trabajadores, ni combaten consecuentemente contra el
sionismo y el racismo del ilegítimo estado de Israel. Tanto el gobierno de
Irán, amenazado por el ejército de Israel, o Hezbollah, que hasta 2006 se
enfrentó militarmente con las tropas sionistas. ¡Todos sostienen al gobierno de
Israel!
Más allá de sus discursos “antisionistas”,
temen que caiga el gobierno israelí porque saben, que de ocurrir, las masas en
lucha irían más allá, peleando contra todos los gobiernos explotadores de la
región, incluídos los musulmanes. Por eso Assad permite que Colinas del Golan se
mantengan en manos de los sionistas, de manera que estos continúen masacrando a
los palestinos.
Ahora, más que nunca las organizaciones de
la izquierda revolucionaria, tendrían que enviar brigadas obreras y socialistas
a combatir a Sira, para pelear por el programa consecuente de la revolución y,
en el caso de que existan sectores o brigadas que ya estén levantando estas
banderas, apoyarlos decididamente.
Esta es la única manera de empujar la caída
de la dictadura e impedir que ganen los imperialistas, los sionistas, los
burgueses musulmanes, o cualquier otra variante que defianda el decadente y
corrupto sistema capitalista, que está en su período de mayor crisis y agonía.
Los socialistas revolucionarios deben
luchar para que un triunfo de estas características en Siria, constituya un
gran bastión al servicio de la construcción de una Federación de Repúblicas
Socialistas en Medio Oriente y el Norte del África, que es la tarea planteada
luego de la caída de los dictadores de Túnez, Egipto y Gadafi.
Tarea que no se ha cumplido, hasta el
momento, no por la falta de combatividad de las masas ni el “atraso de la
conciencia” de los trabajadores y el pueblo, sino por la falta de una dirección
revolucionaria que actúe decidida y audazmente en esta región, epicentro de la
Situación Revolucionaria Inédita que cruza al Planeta.
Convergencia Socialista / Movimiento
Revolucionário
Corriente Revolucionaria Internacional
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