Brasil está
paralizado. Todas las centrales sindicales, incluso las oficialistas, están
garantizando la Huelga General que se vieron obligadas a decretar para el día
de hoy. Millones de obreros no fueron a trabajar y decenas de miles están
participando en piquetes, cortando avenidas y bloqueando las salidas de las
principales empresas públicas y privadas.
Este es un salto
de calidad en la lucha de clases de nuestro vecino país. La clase obrera más
poderosa del continente se puso en el centro del escenario político, utilizando
por primera vez en su historia el método de la Huelga General, provocando
señales de alarma en el gobierno, los empresarios y la burocracia sindical.
En ese
sentido, el diario burgués O Estado de Sao Paulo, dijo que los líderes de la
CUT estaban muy preocupados, tratando de evitar que las movilizaciones y los
piquetes se transformen en actos políticos contrarios al gobierno. Por eso
convocaron a las otras centrales a una reunión de emergencia, donde resolvieron
impedir la presencia de banderas con la consigna “Fora Dilma”.
Los burócratas
oficialistas, que tuvieron que convocar la Huelga presionados por el movimiento
de masas que ocupó las calles de Brasil durante días reclamando contra el
aumento de las tarifas en el transporte, se pusieron al frente de la protesta
para tratar de desviar el carácter antigubernamental del paro, exigiendo un
“plebiscito para resolver algunas reformas constitucionales”.
Consecuentemente
con sus intenciones, la CUT ha puesto el centro de sus críticas en el Congreso.
Un alto dirigente de la CUT, Arthur Henrique puso en claro esta política,
diciendo que “No hay manifestaciones contra el gobierno… y que ella está a
favor de los trabajadores”.
Sin
embargo, a pesar del acuerdo inter burocrático, el presidente de la central Força
Sindical, Paulo Pereira da Silva, admitió que los militantes de su entidad levantarán
consignas “duras contra el gobierno de Dilma, debido a la falta de atención a
los reclamos obreros” denunciando el problema de la inflación y la política
económica del oficialismo.
Paulo
Pereira tuvo que ubicarse a la “izquierda” de la CUT no por vocación, sino tratando
de evitar que las bases, en franco proceso de radicalización, lo terminen
pasando por encima. El presidente
de la União Geral dos Trabalhadores (UGT), Ricardo Patah, afirmó que si bien no
van a levantar la bandera de "Fora, Dilma", la central que comanda
llevará banderas exigiéndole a la presidenta “escuche los reclamos obreros”.
El debate
entre las distintas alas de la burocracia pone en evidencia un hecho
trascendental: la clase obrera brasilera comenzó a sintonizar la frecuencia del
resto del mundo -Turquía, Egipto, Grecia, Argentina, Bolivia, etc.- donde al
calor de la crisis capitalista, continúan estallando grandes movilizaciones y
huelgas generales que cuestionan a los gobiernos y sus planes económicos.
Obligados
por las circunstancias, estos dirigentes traidores han tenido que llamar al
Paro Nacional, para frenar preventivamente a los destacamentos obreros más
importantes de América del Sur. Las discusiones entre ellos pasan por encontrar
las mejores consignas para desviar la lucha hacia la vía muerta de las
negociaciones con el gobierno o las reformas políticas cosméticas.
Los
luchadores brasileños tienen que aprovechar estas circunstancias para impulsar
y exigir la continuidad de la Huelga con acciones obreras y populares que vayan
claramente en contra de los responsables políticos de la crisis capitalista que
afecta a millones: el gobierno de Dilma y su Plan de Ajuste, Saqueo y
Explotación, similar al que aplican los demás gobiernos “progresistas”
latinoamericanos.
La izquierda brasilera frente a la huelga general
En
situaciones como esta, los socialistas revolucionarios debemos poner el centro
de nuestros planteos en la necesidad de derrotar al gobierno capitalista, única
manera de imponer el programa socialista, que es el único que puede dar
respuesta a la crisis capitalista sin salida que vive Brasil y toda la
humanidad. Esto debe ser planteado como propaganda general y, en la medida en
que la crisis se vaya agudizando, mediante consignas más explícitas.
Todo lo
contrario están haciendo los dos partidos más grandes de la izquierda
brasilera, el PSol -Partido del Socialismo y la Libertad- y el PSTu -Partido
Socialista de los Trabajadores Unificado- que es la sección más grande de la
Liga Internacional de los Trabajadores, Lit/CI. Ambos partidos tienen
influencia en sindicatos y distintos sectores de la vanguardia obrera y
estudiantil.
El PSol, a
través de uno de sus voceros en la “Intersindical”, dice que "El día 11 de
julio debe ser un momento en el cual hay
que ubicar como centro del debate las banderas que expresas las necesidades
reales de la juventud y la clase obrera. La lucha por el presupuesto en la
salud, la educación y el transporte público, repudiando la precarización y la
tercerización… por la reducción de la jornada laboral, la reforma agraria…”
Ni en esta
declaración ni en ninguno de los materiales del PSol aparece la convocatoria a pelear
contra Dilma y su plan de gobierno, mucho menos la necesidad de derrotarla.
Algo parecido a lo que dice el PSTu, que a través de su vocero, José María de
Almeida, acaba de declarar al diario O Estado de Sao Paulo, que “no está
defendiendo el Fora Dilma” ni siquiera la “caída de algún ministro… tan solo
estamos proponiendo el cambio del modelo económico…”
Tanto el
PSol como el PSTu declaman consignas generales, correctas, como el tema de la
reforma agraria o la reducción de la jornada laboral, pero sin ligarlas a la
cuestión central: ¡Para imponer esas medidas hoy, más que nunca hay que acabar con el Plan Económico del gobierno y con quienes lo aplican!
De esta
manera, estas dos organizaciones terminan ubicándose a la derecha de los
burócratas de Forza Sindical y de los millones de jóvenes -que durante las
manifestaciones contra el aumento en las tarifas- salieron a pelear clara y
contundentemente contra el Plan de Ajuste del Gobierno de Dilma.
Contrariamente
a la orientación de estos partidos, nuestros camaradas del Movimiento
Revolucionario Socialista (en la foto ocupando palacio municipal de Porto Alegre) con los cuales desde CS constituimos la Corriente
Revolucionaria Internacional -CRI- han ordenado su programa para la actual
situación de la lucha de clases brasilera en función de política de la Huelga General y la
necesidad de Derrotar a Dilma y su Plan.
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