domingo, 14 de junio de 2015

La división en las alturas imperiales, un elemento central de la actual situación mundial

La toma de una de las colinas cercanas a Kobane por parte de YPG/YPJ, el último bastión de ISIS en esa localidad
El ascenso de las luchas de la clase trabajadora, la crisis sin retorno de la economía global y la ausencia de una burocracia capaz de frenar los procesos insurreccionales -como el stalinismo de postguerra- definen, desde nuestro punto de vista, a la actual Situación Revolucionaria Mundial.

A estos elementos hay que agregarle el quiebre en las alturas de la principal potencia imperialista, los Estados Unidos, ya que los republicanos y los demócratas están teniendo dos políticas opuestas para enfrentar la crisis, a tal punto que en Medio Oriente se ubican en bandos militares distintos.

Los republicanos de John Mc Cain están con ISIS, Arabia Saudita y el lobby sionista, mientras que los demócratas combaten, aunque limitadamente, al Estado Islámico. Algo parecido sucede en las negociaciones con Irán, que dividió a estas mismas partes entre quienes las promueven y los que las boicotean.

La visita al parlamento yanqui del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyhau, quien desde allí atacó furiosamente al presidente Obama, fue una manifestación enorme de este proceso de mega división en las alturas que debilita a los gendarmes del mundo y que por lo tanto ayuda a la revolución mundial.

Este tipo de quiebres han sido, a lo largo de la historia del Capitalismo, el caldo de cultivo dentro del cual explotaron procesos revolucionarios significativos. La Primera y Segunda Guerra - enfrentamientos militares entre las principales potencias capitalistas-  parieron las revoluciones de los bolcheviques en Rusia y la China de Mao Tse Tung.

La Revolución de Rojava no se puede entender sino dentro de ese marco, ya que en Medio Oriente se está produciendo una especie de “Tercera Guerra”, no entre potencias nacionales distintas -como alemanes e ingleses de la década del 40- sino entre facciones del imperialismo yanqui que se disputan el control de esa región estratégica.

La situación es muy compleja, pero para entenderla hace falta cierta generalización, un método que sirve para entender las razones del ataque de Arabia contra varias ciudades de Yemen o la provocación del primer ministro israelí contra Obama, luego de haber sido invitado al parlamento yanqui solo por la bancada de los republicanos.

Esto también ayuda a comprender el marco dentro del cual se han desarrollado y extendido las milicias kurdas -YPG e YPJ- que luego de triunfar en Kobane están acercándose hasta unos 50 kilómetros de la capital del “Califato” islámico en Siria, que es la ciudad de Rahqa.

¡No había manera de conquistar ese territorio, ni de triunfar en Kobane sin la “ayuda” de los aviones yanquis, cuyo poder de fuego está limitándole a ISIS la utilización de los tanques y los cañones pesados! Los/as milicianos no hicieron más que aprovecharse de esa disputa para ganar terreno.

La lucha de clases mundial continuará siendo afectada por esta división imperialista, que está provocando el surgimiento de fenómenos enormemente progresivos en las propias entrañas de los EE.UU., como la irrupción de los negros en Ferguson durante 2014 y actualmente en la ciudad de Baltimore.

Este quiebre en las alturas de los dueños del mundo afecta al Cono Sur latinoamericano y nuestro país, obligando a las camarillas burguesas a alinearse detrás de las respectivas fracciones imperiales, un alineamiento que tiene que ver con los intereses económicos que defiende cada una de ellas.

A la división imperialista debemos agregarle otro factor que multiplica las contradicciones: el desarrollo de dos potencias -China y Rusia- que han salido a disputar negocios y zonas de influencia aprovechándose de la debilidad de Estados Unidos y los países imperialistas europeos.

La izquierda debería aprovechar esta situación favorable para construirse en los lugares del mundo en donde más se están exacerbando las contradicciones, como en la región de Kurdistán, apoyando decididamente al pueblo kurdo que lucha por su liberación. Esta ubicación, que les daría a los revolucionarios una autoridad enorme, facilitaría la lucha por un programa consecuente y principista.

Las burguesías locales y el imperialismo no pueden parar a ISIS

Hace unos días el Estado Islámico se apoderó de Ramadi, capital de la provincia suniita de Al Anbar, que junto a Mosul -tercera en importancia de Iraq- y Rahqa -en Siria- son los tres pilares en que se está apoyando la ofensiva de ISIS, que continúa derrotando a las tropas de los gobiernos burgueses de esos dos países.

Las bandas fascistas ocuparon también Palmira, considerada un tesoro arqueológico de Siria. Ante estos avances arrolladores en Siria e Iraq, el gobierno francés acaba de anunciar la convocatoria a una reunión internacional para el 2 de junio en París, con el propósito de abordar "el conjunto de la situación" en la zona.

El Ministerio de Defensa iraquí informó que refuerzos del Ejército y de la milicia chiita Multitud Popular estaban arribando a la base de Al Habaniya, a unos 30 kilómetros de Ramadi. Sin embargo estos grupos, que responden a Irán, no son bien vistas por el pueblo de Al Anbar, que sufrió la opresión de la burguesía chiita durante años.

Las fuerzas burguesas de Iraq, Siria e Irán -apoyadas por un sector del imperialismo- están demostrando su total ineptitud política y moral para combatir a ISIS, todo lo contrario a lo que sucede en Rojava, donde las guerrillas de YPG e YPJ continúan haciendo retroceder a estas bandas, recuperando territorios cada vez más amplios.

Esta situación pone en evidencia que la única manera de enfrentar al fascismo es con la fuerza del pueblo organizado y que en la medida en que siga extendiéndose la guerra, las milicias del PKK pueden llegar a transformarse en una alternativa concreta de dirección para el conjunto de las masas de Medio Oriente.

Más allá de las diferencias que tenemos con la conducción de esta organización, apoyamos su lucha armada contra el fascismo y apostamos con todo a seguir impulsando esta dinámica que, objetivamente, tiene un carácter revolucionario. Lo mismo tendría que hacer el resto de las organizaciones de izquierda.

La situación de Turquía -sacudida por conflictos obreros, como los que explotaron en Fiat y Renault- y la derechización del gobierno, que lejos de apuntar hacia un acuerdo con el PKK se prepara para una confrontación militar empuja la radicalización de la lucha de clases en la región.

Esta perspectiva se combina con lo que acontece en Irán, donde el gobierno -que está tratando de aplacar la resistencia kurda- no ha hecho más que provocar su reacción. La huelga general del 14 de mayo en 15 ciudades del Kurdistán iraní, convocada para repudiar la muerte de una joven, es la expresión de vanguardia de este proceso.

La situación revolucionaria de Medio Oriente, sacudido por la guerra popular contra el fascismo, la debilidad de sus burguesías, la derrota del sionismo y el quiebre de la unidad imperialista y de sus agentes locales, ha dado un salto de calidad con la irrupción de las luchas obreras y sus métodos: los conflictos en Turquía y la huelga general que paralizó una parte de Irán.

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