La toma de una de las colinas cercanas a Kobane por parte de YPG/YPJ, el último bastión de ISIS en esa localidad |
El ascenso de las luchas de la clase trabajadora, la crisis
sin retorno de la economía global y la ausencia de una burocracia capaz de
frenar los procesos insurreccionales -como el stalinismo de postguerra-
definen, desde nuestro punto de vista, a la actual Situación Revolucionaria
Mundial.
A estos elementos hay que agregarle el quiebre en las
alturas de la principal potencia imperialista, los Estados Unidos, ya que los
republicanos y los demócratas están teniendo dos políticas opuestas para
enfrentar la crisis, a tal punto que en Medio Oriente se ubican en bandos
militares distintos.
Los republicanos de John Mc Cain están con ISIS, Arabia
Saudita y el lobby sionista, mientras que los demócratas combaten, aunque
limitadamente, al Estado Islámico. Algo parecido sucede en las negociaciones
con Irán, que dividió a estas mismas partes entre quienes las promueven y los
que las boicotean.
La visita al parlamento yanqui del primer ministro de
Israel, Benjamin Netanyhau, quien desde allí atacó furiosamente al presidente
Obama, fue una manifestación enorme de este proceso de mega división en las
alturas que debilita a los gendarmes del mundo y que por lo tanto ayuda a la
revolución mundial.
Este tipo de quiebres han sido, a lo largo de la historia
del Capitalismo, el caldo de cultivo dentro del cual explotaron procesos
revolucionarios significativos. La Primera y Segunda Guerra - enfrentamientos
militares entre las principales potencias capitalistas- parieron las
revoluciones de los bolcheviques en Rusia y la China de Mao Tse Tung.
La Revolución de Rojava no se puede entender sino dentro de
ese marco, ya que en Medio Oriente se está produciendo una especie de “Tercera
Guerra”, no entre potencias nacionales distintas -como alemanes e ingleses de
la década del 40- sino entre facciones del imperialismo yanqui que se disputan
el control de esa región estratégica.
La situación es muy compleja, pero para entenderla hace
falta cierta generalización, un método que sirve para entender las razones del
ataque de Arabia contra varias ciudades de Yemen o la provocación del primer
ministro israelí contra Obama, luego de haber sido invitado al parlamento
yanqui solo por la bancada de los republicanos.
Esto también ayuda a comprender el marco dentro del cual se
han desarrollado y extendido las milicias kurdas -YPG e YPJ- que luego de
triunfar en Kobane están acercándose hasta unos 50 kilómetros de la
capital del “Califato” islámico en Siria, que es la ciudad de Rahqa.
¡No había manera de conquistar ese territorio, ni de
triunfar en Kobane sin la “ayuda” de los aviones yanquis, cuyo poder de fuego
está limitándole a ISIS la utilización de los tanques y los cañones pesados!
Los/as milicianos no hicieron más que aprovecharse de esa disputa para ganar
terreno.
La lucha de clases mundial continuará siendo afectada por
esta división imperialista, que está provocando el surgimiento de fenómenos
enormemente progresivos en las propias entrañas de los EE.UU., como la
irrupción de los negros en Ferguson durante 2014 y actualmente en la ciudad de
Baltimore.
Este quiebre en las alturas de los dueños del mundo afecta
al Cono Sur latinoamericano y nuestro país, obligando a las camarillas
burguesas a alinearse detrás de las respectivas fracciones imperiales, un
alineamiento que tiene que ver con los intereses económicos que defiende cada
una de ellas.
A la división imperialista debemos agregarle otro factor que
multiplica las contradicciones: el desarrollo de dos potencias -China y Rusia-
que han salido a disputar negocios y zonas de influencia aprovechándose de la
debilidad de Estados Unidos y los países imperialistas europeos.
La izquierda debería aprovechar esta situación favorable
para construirse en los lugares del mundo en donde más se están exacerbando las
contradicciones, como en la región de Kurdistán, apoyando decididamente al
pueblo kurdo que lucha por su liberación. Esta ubicación, que les daría a los
revolucionarios una autoridad enorme, facilitaría la lucha por un programa
consecuente y principista.
Las burguesías locales y el imperialismo no pueden parar a ISIS
Hace unos días el Estado Islámico se apoderó de Ramadi,
capital de la provincia suniita de Al Anbar, que junto a Mosul -tercera en
importancia de Iraq- y Rahqa -en Siria- son los tres pilares en que se está
apoyando la ofensiva de ISIS, que continúa derrotando a las tropas de los
gobiernos burgueses de esos dos países.
Las bandas fascistas ocuparon también Palmira, considerada
un tesoro arqueológico de Siria. Ante estos avances arrolladores en Siria e
Iraq, el gobierno francés acaba de anunciar la convocatoria a una reunión
internacional para el 2 de junio en París, con el propósito de abordar "el
conjunto de la situación" en la zona.
El Ministerio de Defensa iraquí informó que refuerzos del
Ejército y de la milicia chiita Multitud Popular estaban arribando a la base de
Al Habaniya, a unos 30 kilómetros de Ramadi. Sin embargo estos
grupos, que responden a Irán, no son bien vistas por el pueblo de Al Anbar, que
sufrió la opresión de la burguesía chiita durante años.
Las fuerzas burguesas de Iraq, Siria e Irán -apoyadas por un
sector del imperialismo- están demostrando su total ineptitud política y moral
para combatir a ISIS, todo lo contrario a lo que sucede en Rojava, donde las
guerrillas de YPG e YPJ continúan haciendo retroceder a estas bandas,
recuperando territorios cada vez más amplios.
Esta situación pone en evidencia que la única manera de
enfrentar al fascismo es con la fuerza del pueblo organizado y que en la medida
en que siga extendiéndose la guerra, las milicias del PKK pueden llegar a
transformarse en una alternativa concreta de dirección para el conjunto de las
masas de Medio Oriente.
Más allá de las diferencias que tenemos con la conducción de
esta organización, apoyamos su lucha armada contra el fascismo y apostamos con
todo a seguir impulsando esta dinámica que, objetivamente, tiene un carácter
revolucionario. Lo mismo tendría que hacer el resto de las organizaciones de
izquierda.
La situación de Turquía -sacudida por conflictos obreros,
como los que explotaron en Fiat y Renault- y la derechización del gobierno, que
lejos de apuntar hacia un acuerdo con el PKK se prepara para una confrontación
militar empuja la radicalización de la lucha de clases en la región.
Esta perspectiva se combina con lo que acontece en Irán,
donde el gobierno -que está tratando de aplacar la resistencia kurda- no ha
hecho más que provocar su reacción. La huelga general del 14 de mayo en 15
ciudades del Kurdistán iraní, convocada para repudiar la muerte de una joven,
es la expresión de vanguardia de este proceso.
La situación revolucionaria de Medio Oriente, sacudido por
la guerra popular contra el fascismo, la debilidad de sus burguesías, la
derrota del sionismo y el quiebre de la unidad imperialista y de sus agentes
locales, ha dado un salto de calidad con la irrupción de las luchas obreras y
sus métodos: los conflictos en Turquía y la huelga general que paralizó una
parte de Irán.
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