sábado, 31 de octubre de 2015

Medio Oriente: la crisis capitalista está provocando guerras y revoluciones

Luego de la victoria kurda en Kobane y del atentado de Ankara, el movimiento obrero turco dio un paso al frente.
Luego de la bancarrota del Lehman Brothers en 2008, las luchas obreras y populares pegaron un salto a partir de las huelgas generales de Europa y EE.UU. y las insurrecciones que tumbaron a varias dictaduras en la Primavera Árabe.

Ese marco y la gran solidaridad internacional les permitió a los palestinos de la Franja de Gaza derrotar al poderoso ejército sionista, situación que le dio un nuevo impulso a la lucha contra la opresión nacional, racial y sexual de todo el mundo.

Por eso, no es casualidad que después de la victoria palestina se hayan extendido y popularizado las asambleas y milicias mexicanas, del norte de Siria y Turquía, que constituyen expresiones concretas del avance de la conciencia entre amplios sectores de las masas.

Los efectos de la destrucción del aparato estalinista y las profundas divisiones que están teniendo lugar en las alturas imperiales, han potenciado esta realidad, promoviendo nuevas revoluciones, como la que comenzó en Yemen y la que se está vieniendo de la mano de la tercera Intifada.

Los pactos contrarrevolucionarios y el bombero loco

Como jefe del imperialismo, Obama es consciente de que no cuenta con esa gran herramienta de contención de las revoluciones que fue el estalinismo, ya que sus partidos cayeron en desgracia a partir de los acontecimientos revolucionarios de los 90.

Por eso, desde que asumió alentó la firma de acuerdos con las conducciones contrarrevolucionarias que quedaron en pie y cuentan con cierto prestigio para engañar a las masas, como los “bolivarianos” de Venezuela, los hermanos Castro o los ayatollahs del régimen iraní.

En ese sentido, los funcionarios más íntimos del presidente de los EE.UU., trabajaron durante mucho tiempo para concretar el denominado Pacto “5+1” con Alemania, Inglaterra, Rusia, China, Francia e Irán.

Los imperialistas pactaron con  las autoridades chiítas para que estas se jueguen a “estabilizar” Medio Oriente, ya que la derrota del ejército sionista dejó mal herido al tradicional gendarme yanqui. El otro gobierno cipayo, Arabia Saudita, se las está viendo en “figuritas” después de haber invadido Yemen.

Como consecuencia de estos arreglos, la guerra contra ISIS dentro del territorio de Irak quedó prácticamente en manos de los generales iraníes, que además controlan Líbano y buena parte del territorio de Siria, donde están apoyando al dictador Bashar Al Assad junto a Putin.

Pero este pacto, lejos de “estabilizar” abrió nuevos y más profundos enfrentamientos entre las camarillas burguesas y el propio imperialismo. Como diría el fundador de nuestra corriente, Nahuel Moreno, “es la ley del bombero loco”, porque en vez de echarle agua al fuego le están tirando con nafta.

Obama, el imperialismo europeo, yanqui y ruso, los sionistas, las burguesías árabes de todos los colores, el gobierno turco, Irán, Bashar, las bandas de ISIS y Al Qaeda coinciden en aplastar el proceso insurreccional que existe en Medio Oriente.

Pero en vez de trabajar en “equipo”, se están matando y traicionando entre sí, tirándose cadáveres para un lado y para el otro. La ausencia de un “mando único” y fuerte favorece a la revolución, porque los pueblos de la región enfrentan a un enemigo, que a pesar de tirarles toneladas de bombas, está profundamente cada vez más débil.

Esta mega crisis en las alturas facilitó triunfos muy importantes, como el de las milicias de YPG e YPJ contra las tropas fascistas del Estado Islámico en Kobane, que marcó un “antes y un después” en la relación de fuerzas del Medio Oriente.

Después de esta victoria y a pesar de la política del PKK y el HDP -de sostener a toda costa las negociaciones con el régimen turco, apostando a la alternativa electoral- la revolución se introdujo en ese país, en cuyo territorio se encuentran algunas de las bases más importantes de la OTAN.

Luego del atentado criminal de Ankara el movimiento de masas profundizó sus enfrentamientos -mediante huelgas, movilizaciones y brigadas de autodefensa- contra la represión policial y la política complicidad de los funcionarios estatales con el Estado Islámico y otras bandas fascistas. 

Esta dinámica general está motorizando otra Intifada palestina y un ascenso en las luchas en las regiones kurdas de Irak e Irán, donde se han producido huelgas generales y movilizaciones democráticas. También en Yemen, cuyo pueblo está enfrentando con heroicidad la invasión del ejército cipayo de Arabia Saudí.

Todo esto pone en evidencia que el enfrentamiento central entre Revolución y Contrarrevolución tiene su epicentro en Medio Oriente y, que lo que allí suceda repercutirá en el resto del mundo. Por lo tanto la tarea de los revolucionarios no puede ser otra que la de apoyar a las fuerzas más progresivas de la región.

Desde esa ubicación, quienes levantamos las banderas del internacionalismo proletario, debemos jugarnos a empalmar con los sectores más radicalizados, para empujar juntos la pelea contra el imperialismo y los gobiernos reaccionarios de Erdogan, Netanyhau, Bashar, Barzani, Rohuani, etc. y por la construcción de una Federación Socialista de Estados de la región.

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