Luego de la victoria kurda en Kobane y del atentado de Ankara, el movimiento obrero turco dio un paso al frente. |
Luego de la bancarrota del Lehman
Brothers en 2008, las luchas obreras y populares pegaron un salto a partir de las
huelgas generales de Europa y EE.UU. y las insurrecciones que tumbaron a varias
dictaduras en la Primavera Árabe.
Ese marco y la gran solidaridad
internacional les permitió a los palestinos de la Franja de Gaza derrotar al poderoso
ejército sionista, situación que le dio un nuevo impulso a la lucha contra la
opresión nacional, racial y sexual de todo el mundo.
Por eso, no es casualidad que
después de la victoria palestina se hayan extendido y popularizado las
asambleas y milicias mexicanas, del norte de Siria y Turquía, que constituyen expresiones
concretas del avance de la conciencia entre amplios sectores de las masas.
Los efectos de la destrucción del
aparato estalinista y las profundas divisiones que están teniendo lugar en las
alturas imperiales, han potenciado esta realidad, promoviendo nuevas
revoluciones, como la que comenzó en Yemen y la que se está vieniendo de la
mano de la tercera Intifada.
Los pactos contrarrevolucionarios y el bombero loco
Como jefe del imperialismo, Obama es consciente de que no
cuenta con esa gran herramienta de contención de las revoluciones que fue el estalinismo,
ya que sus partidos cayeron en desgracia a partir de los acontecimientos revolucionarios
de los 90.
Por eso, desde que asumió alentó la firma de acuerdos con las
conducciones contrarrevolucionarias que quedaron en pie y cuentan con cierto prestigio
para engañar a las masas, como los “bolivarianos” de Venezuela, los hermanos
Castro o los ayatollahs del régimen iraní.
En ese sentido, los funcionarios más íntimos del presidente de
los EE.UU., trabajaron durante mucho tiempo para concretar el denominado Pacto “5+1” con Alemania, Inglaterra,
Rusia, China, Francia e Irán.
Los imperialistas pactaron con las autoridades chiítas para que estas se
jueguen a “estabilizar” Medio Oriente, ya que la derrota del ejército sionista
dejó mal herido al tradicional gendarme yanqui. El otro gobierno cipayo, Arabia
Saudita, se las está viendo en “figuritas” después de haber invadido Yemen.
Como consecuencia de estos arreglos, la guerra contra ISIS dentro
del territorio de Irak quedó prácticamente en manos de los generales iraníes, que
además controlan Líbano y buena parte del territorio de Siria, donde están apoyando
al dictador Bashar Al Assad junto a Putin.
Pero este pacto, lejos de “estabilizar” abrió nuevos y más
profundos enfrentamientos entre las camarillas burguesas y el propio
imperialismo. Como diría el fundador de nuestra corriente, Nahuel Moreno, “es
la ley del bombero loco”, porque en vez de echarle agua al fuego le están
tirando con nafta.
Obama, el imperialismo europeo, yanqui y ruso, los sionistas,
las burguesías árabes de todos los colores, el gobierno turco, Irán, Bashar,
las bandas de ISIS y Al Qaeda coinciden en aplastar el proceso insurreccional que
existe en Medio Oriente.
Pero en vez de trabajar en “equipo”, se están matando y
traicionando entre sí, tirándose cadáveres para un lado y para el otro. La ausencia
de un “mando único” y fuerte favorece a la revolución, porque los pueblos de la
región enfrentan a un enemigo, que a pesar de tirarles toneladas de bombas,
está profundamente cada vez más débil.
Esta mega crisis en las alturas facilitó triunfos muy importantes,
como el de las milicias de YPG e YPJ contra las tropas fascistas del Estado
Islámico en Kobane, que marcó un “antes y un después” en la relación de fuerzas
del Medio Oriente.
Después de esta victoria y a pesar de la política del PKK y
el HDP -de sostener a toda costa las negociaciones con el régimen turco,
apostando a la alternativa electoral- la revolución se introdujo en ese país,
en cuyo territorio se encuentran algunas de las bases más importantes de la
OTAN.
Luego del atentado criminal de Ankara el movimiento de masas
profundizó sus enfrentamientos -mediante huelgas, movilizaciones y brigadas de
autodefensa- contra la represión policial y la política complicidad de los
funcionarios estatales con el Estado Islámico y otras bandas fascistas.
Esta dinámica general está motorizando otra Intifada palestina
y un ascenso en las luchas en las regiones kurdas de Irak e Irán, donde se han
producido huelgas generales y movilizaciones democráticas. También en Yemen,
cuyo pueblo está enfrentando con heroicidad la invasión del ejército cipayo de
Arabia Saudí.
Todo esto pone en evidencia que
el enfrentamiento central entre Revolución y Contrarrevolución tiene su
epicentro en Medio Oriente y, que lo que allí suceda repercutirá en el resto
del mundo. Por lo tanto la tarea de los revolucionarios no puede ser otra que la
de apoyar a las fuerzas más progresivas de la región.
Desde esa ubicación, quienes
levantamos las banderas del internacionalismo proletario, debemos jugarnos a empalmar
con los sectores más radicalizados, para empujar juntos la pelea contra el
imperialismo y los gobiernos reaccionarios de Erdogan, Netanyhau, Bashar,
Barzani, Rohuani, etc. y por la construcción de una Federación Socialista de
Estados de la región.
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