martes, 3 de noviembre de 2015

La ira palestina alimenta la Tercera Intifada contra el Estado de Israel

2014 quedará en la historia como el año de la gran derrota sionista, porque Palestina, un pueblo heroico que contó con una gran solidaridad internacional, hizo retroceder a la bestia fascista, empujando la insurrección de todo Medio Oriente, cuando la primavera árabe parecía terminar. 

Hoy esos enfrentamientos volvieron a aparecer, intensificándose y radicalizándose, creando las condiciones para una nueva Intifada (Rebelión).

La muerte de Abu Khudair, secuestrado por colonos judíos que le prendieron fuego, fue el detonante de una oleada de enfrentamientos que parece no detenerse, asesinato que se sumó a otros y a una ola de bombardeos contra los habitantes de la Franja de Gaza.

Esto sucede, mientras mueren cientos de palestinos y otros tantos son detenidos en Jerusalén Oriental y Cisjordania, los principales focos de los enfrentamientos. En ese contexto, durante el 13 de octubre -que se declaró como “Día de la Ira”- se multiplicaron las acciones de lucha contra el sionismo.

La juventud Palestina salió ese día -y continuó después- a enfrentar a los días a los militares con sus gomeras, piedras, molotov y cuchillos. Mientras crecen las tradicionales movilizaciones de masas, pequeños grupos de jóvenes o individuos protagonizan múltiples enfrentamientos.

Estos jóvenes, que pertenecen a la “generación perdida de Oslo” -como la definía un columnista del diario Haaretz- expresan en las barricadas su enorme su bronca y frustración, construyendo desde las bases una nueva y mucho más radicalizada Intifada.

Es que, ni Hamas ni la OLP -la organización del fallecido Arafat- parecen controlar o dirigir a esta juventud, una realidad que fortalece a todo tipo de líderes locales, pero que también impulsa la creativa espontaneidad del pueblo palestino.

Por esto, no es casual que las encuestas muestren que  57% de la población apoya la posibilidad de una Intifada, pero de carácter armado, mientras que el 51% se opone a la salida pactada en los acuerdos de Oslo por la OLP. Allí se había resuelto la coexistencia entre los dos estados: uno judío y otro palestino.

Por la destrucción del estado sionista

En las últimas semanas el primer ministro israelí ha dictaminado varias medidas de excepción con propósito de afrontar la Intifada, como la posibilidad de concederles licencias de armas más rápida y fácilmente a los reaccionarios colonos israelíes, que son vanguardia en la política sionista de desalojo y ocupación de las tierras palestinas.

Otras de las medidas del gobierno ha sido autorizarles a las fuerzas de seguridad la retención de los cadáveres de los atacantes abatidos, de manera de impedir que los homenajes se transformen en multitudinarias movilizaciones de protesta.

Israel es un estado impuesto por la fuerza por el imperialismo para detener y derrotar la revolución en Medio Oriente a través de una política de amedrentamiento y guerras continuas; por es no existe ninguna posibilidad de coexistir pacíficamente con semejante engendro.

Para derrotar sus políticas, la nueva Intifada debe proponerse su total y absoluta destrucción, dando lugar a la construcción de un Estado Palestino Laico, Democrático y No Racista, en el cual puedan vivir los judíos dispuestos a aceptarlo y a convivir en paz.

La Intifada debe apuntar sus cañones en contra del responsable central de la miseria, represión y hambre que vive el pueblo palestino: el imperialismo, porque es el único y principal sostén de Israel y de los regímenes más reaccionarios de Medio Oriente.

Por eso, los jóvenes, las mujeres, los trabajadores y el pueblo pobre de Palestina debe unir su lucha con la que están llevando adelante las masas que enfrentan a los gobiernos lacayos del imperialismo: Bashar en Siria, Rohuani en Irán, Erdogan en Turquía, Barzani en el Kurdistán Irakí, etc.

Los palestinos tendrían que jugarse a coordinar con las milicias kurdas que están al frente de la guerra contra las bandas fascistas de Isis y Al Qaeda, que no por casualidad son financiadas por los estados de Turquía e Israel.

Esta unidad de acción debería extenderse a los trabajadores turcos, irakíes e iraníes que están protagonizando huelgas contra sus respectivos gobiernos, planteándole un objetivo estratégico común -sin el cual no habrá liberación nacional ni satisfacción de las necesidades elementales- la construcción de una Federación de Estados Socialista de Medio Oriente.



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