lunes, 3 de marzo de 2008

A Raúl Reyes lo asesinaron a sangre fría mientras dormía en territorio Ecuatoriano

(Fuente: Decio Machado para Rebelión)

Leer declaración de C.S. y posición de los trotskistas sobre las FARC clickeando aquí


Las investigaciones desarrolladas por las autoridades ecuatorianas van arrojando luz sobre lo que realmente sucedió en la madrugada del pasado 1 de marzo, donde fuerzas armadas colombianas abatieron entre 20 y 22 guerrilleros en territorio ecuatoriano.

Emboscada en la que fue abatido, el comandante Raúl Reyes, número 2 en la estructura de mando de las FARC. Las imágenes, los testimonios de los colonos de la zona, las declaraciones de tres guerrilleras que se encontraron aun con vida, los informes de balística e inteligencia militar ecuatoriana, vienen a demostrar el montón de mentiras declaradas por el presidente colombiano, Álvaro Uribe, tanto al presidente Rafael Correa, del Ecuador, como al conjunto de la comunidad internacional y los medios de comunicación. La versión colombiana.

Según la versión colombiana, se venía persiguiendo al frente 48 de las FARC, en base a una información que indicaba que el líder guerrillero, Raúl Reyes, haría presencia en un poblado denominado Granada, cerca de los límites fronterizos con Ecuador, pero aun en territorio colombiano.

El ministro de Defensa colombiano, Juan Manuel Santos, indicó que durante dicha operación, las fuerzas armadas colombianas habían sido atacadas desde un campamento de las FARC situado a 1.800 metros de la frontera, en el interior del territorio ecuatoriano.

Se indica que entonces la fuerza aérea colombiana procedió a localizar y atacar el campamento guerrillero, teniendo siempre en cuenta la orden de no violar el espacio aéreo ecuatoriano; indicando que luego entró la fuerza armada colombiana para asegurar la zona y dejando a la Policía colombiana a cargo del campamento atacado, hasta la llegada del ejército ecuatoriano.

La verdad de los hechos. Las investigaciones que se están desarrollando por parte de las autoridades ecuatorianas demuestran que nunca hubo combate por parte del comando atacado de las FARC. Con excepción de tres de ellos que cumplían funciones de vigilancia, los 18 fallecidos estaban durmiendo en ropa interior, ninguno del comando guerrillero tuvo ocasión de entrar en combate o rendirse.

El armamento existente en el campamento estaba apilado, no tuvieron la ocasión ni siquiera de acceder a sus fusiles y granadas, fueron masacrados mientras dormían.

Los testimonios de los colonos de la zona, así como los socavones desarrollados sobre el piso de tierra del campamento demuestran que se dispararon cuatro bombas desde aviones colombianos que incursionaron sobre territorio ecuatoriano.

Según las investigaciones de inteligencia militar, estas se dispararon desde el sur del campamento, lo que quiere decir que los aviones habían incursionado a más de 10 kilómetros al interior del territorio ecuatoriano cuando se procedió al ataque.

Tras el lanzamiento de bombas desde estos aviones, incursionaron varios helicópteros “Supertucanes”, pertenecientes a la fuerza aérea colombiana.

Desde ellos se continúo atacando el campamento de las FARC en territorio ecuatoriano. De dichos helicópteros descendieron comandos especiales que remataron a los guerrilleros que quedaron heridos en el campamento, según se demuestra por las balas que tienen en sus cuerpos gran parte de los cadáveres de los guerrilleros, muchos de ellos apilados en una zona determinada del campamento y asesinados por la espalda.

Incluso las fotografías enseñadas por el gobierno colombiano del cadáver del comandante Raúl Reyes, muestra como este tiene un disparo en la parte izquierda de su cara.

Las informaciones que provienen de inteligencia militar ecuatoriana, indican que el espacio aéreo del Ecuador no solo se violó en la madrugada del 1 de marzo, si no que en la madrugada del 2, hay una nueva penetración de helicópteros con visores nocturnos para sacar a miembros de las fuerzas armadas y policía colombiana que aún se mantenían sobre territorio ecuatoriano.

La posición de los árboles derribados en el bombardeo, los múltiples orificios de disparos en los árboles, así como la posición de los cadáveres, viene a demostrar que mientras las FARC vigilaban el campamento en su posición norte, la que mira hacía la frontera con Colombia, la incursión aérea sobrevino del sur, lo que indica que la fuerza aérea colombiana invadió sin permiso, sin notificar y contraviniendo todo tipo de normativa internacional el espacio aéreo ecuatoriano.

Los testimonios de los moradores de la zona, indican que el ataque se prolongó desde aproximadamente pasada la media noche hasta las seis de la mañana del 1 de marzo.

La precisión del ataque demuestra también la utilización de una importante tecnología militar que también pone sobre la mesa, la posibilidad de la participación de los Estados Unidos en la masacre, al menos en tareas de información y localización del comando guerrillero.

Los testimonios de los pobladores hablan de la posibilidad de que los helicópteros colombianos se hayan llevado cuatro cadáveres y no dos, los correspondientes a Raúl Reyes y Julián Conrado, como indican las autoridades del país agresor.

Por su parte el ejército ecuatoriano no descarta la posibilidad de localizar algún cadáver más en la frondosa zona selvática donde se dio la matanza.

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