jueves, 4 de septiembre de 2008

El conflicto Georgia / Rusia / OTAN. Por Carmen Carrasco de Izquierda de los Trabajadores

El siete de agosto, el gobierno georgiano de Mijail Saakashvili bombardeó Tsjinvali, la capital de Osetia del sur, una pequeña región que lucha por su independencia, cuyos habitantes tienen la ciudadanía rusa.

De inmediato, Rusia repelió el ataque pero no solo se limitó a hacer retrotraer las fuerzas atacantes, sino que se adentró en Georgia.

El Cáucaso, región de conflictos nacionales

El conflicto entre Rusia y Georgia por Osetia del Sur plantea varios problemas: por un lado, la agresión georgiana a Osetia, que lucha por su independencia desde 1991; la agresión de Rusia contra Georgia; y como trasfondo, la extensión de la OTAN, que tiene a Georgia como uno de sus candidatos.

Osetia del sur es una pequeña nación del Cáucaso, la cadena montañosa que sirve de paso entre Asia y Europa, compartida por cuatro países: Rusia, Azerbaiján, Armenia y Georgia, y por cientos de distintas nacionalidades.

Por más de 200 años, los zares, los generales y los secretarios generales rusos han decidido el destino del Cáucaso.

Después de la revolución de 1917, se formó una república del Cáucaso, que se desintegró, y las pequeñas nacionalidades fueron incorporadas a los cuatro países actuales.

Desde fines de los años ochenta, todos estos conflictos empezaron a estallar: primero fue, en 1987, el de Nagorno Karabaj, enclave armenio ubicado en Azerbaiján que exigía su anexión a Armenia.

Con el triunfo de la revolución en 1991 y la desaparición de la Unión Soviética, los conflictos nacionales saltaron a la palestra.

El más importante fue el de Chechenia, una república rusa musulmana que era parte de Rusia, y que declaró la independencia en 1992. El Kremlin declaró la guerra contra ella en 1994 y luego en 1999.

Osetia quedó dividida en dos partes: el norte ruso y el sur georgiano. Osetia del Sur declaró su independencia para unirse a la del norte, pero Georgia se opuso.

Con la ayuda militar de Rusia, los osetinos rechazaron a las tropas georgianas e impusieron en 1992 un cese al fuego frágil que permitió crear la imagen de un estado independiente, aunque no ha sido reconocido por nadie, y desde entonces se mantiene la tensión.

Una situación similar se vive en Abjasia. En el tire y afloja entre Rusia y Georgia, el Kremlin concedió pasaporte a los osetinos.

Georgia

Georgia, de cinco millones de habitantes, sin recursos naturales, fue una de las repúblicas que más sufrió la desaparición de la Unión Soviética.

La falta de gas y de luz eran notorias, y el único activo de Georgia era su ubicación geográfica, entre las gigantescas reservas de petróleo del Mar Caspio y Europa.

En la era postsoviética, el imperialismo y las compañías petroleras occidentales han utilizado a Georgia contra Rusia, convirtiéndola en un corredor internacional con un oleoducto y un gasoducto, con la idea de disminuir su dependencia de los hidrocarburos y oleoductos rusos.

En 2003, la revolución de las rosas en Georgia al régimen de Eduard Shevardnadze, que buscaba mantener un equilibrio con Rusia y subió Mijail Saakashvili, un graduado en una universidad norteamericana, que prometió restaurar la integridad del país, el retorno de las dos provincias rebeldes, Osetia del Sur y Abjasia, y se alineó con el imperialismo y la OTAN.

Los planes de la OTAN

La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) fue la alianza militar occidental que se creó en la posguerra para oponer al Pacto de Varsovia (la alianza militar de la Unión Soviética y los países del Este europeo).

Pero al desaparecer el Pacto de Varsovia, la OTAN no se disolvió, sino que, por el contrario, se expandió a costa de su antiguo enemigo.

Desde entonces la OTAN ha incorporado a los ex países socialistas de Polonia, República Checa, Hungría, al tiempo que Georgia y Ucrania, dos ex repúblicas soviéticas, son candidatas a ingresar a la Alianza Atlántica.

La OTAN invadió Yugoslavia en 1999 con el argumento de defender la autodeterminación de Kosovo, solo para imponer su dominio sobre los Balcanes, y ahora acaba de reconocer la independencia del Kosovo.

El ataque de Georgia a Osetia del Sur se enmarca en ese juego: fue una provocación calculada de Shaakashvili, con el argumento de defender la integridad territorial georgiana.

Estados Unidos no dudó en posicionarse a favor de Georgia. La secretaria de estado Condoleeza Rice viajó a Tifl is para expresar la solidaridad de su gobierno con Saakashvili.

Como respuesta, la Casa Blanca aceleró la firma de un acuerdo con Polonia para instalar un sistema antimisiles a las puertas de Rusia, le ha dado al ejército polaco los famosos misiles Patriot, y va a instalar un poderoso radar en la República checa, también vecina rusa.

Todo esto es para consolidar el predominio de Estados Unidos en la región.

La respuesta rusa

La agresión de Georgia fue totalmente repudiable. Ingresó a Osetia, que exige su ndependencia, ocupando la capital Tsjinvali y provocando una cifra indeterminada de muertos.

Pero el gobierno del primer ministro Vladimir Putin y del presidente Dmitri Medvedev no tiene ningún derecho a hablar de defensa de la autodeterminación nacional.

Fue Putin el autor de la segunda guerra contra Chechenia en 1999, el que mantiene su bota sobre la región, causando miles de muertos, desplazando decenas de miles de personas, siguiendo el más estricto ritual estalinista, persiguiendo todo vestigio de autonomía o autodeterminación.

Rusia creyó poder contener el avance de la OTAN haciendo gestos conciliadores, como prestarle sus bases y su colaboración para atacar Afganistán, pero el imperialismo no acostumbra a devolver favores.

Repudiamos la agresión georgiana a Osetia del Sur, dictada por el objetivo del gobierno de Saakashvili de acelerar su ingreso a la OTAN y defendemos el derecho de los osetinos a definir independientemente a qué país pertenecer o a ser una república independiente.

Pero también repudiamos el ingreso del ejército ruso masacrador de los chechenos, que no tiene ninguna autoridad para hablar de autodeterminación nacional.

Al mismo tiempo es indispensable desnudar el juego del imperialismo y de la OTAN. Estamos
totalmente en contra del ingreso de Georgia y Ucrania a la Alianza Atlántica, en contra de la instalación del sistema antimisiles en Polonia y del radar en la República Checa.

Estamos por la disolución de la OTAN y por el retiro de todas las tropas de Estados Unidos en Europa y Asia.

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