lunes, 13 de abril de 2009

“Vamos por los ricos” Por Carmen Carrasco

Un mar de cambio en las actitudes sociales que podría tener profundos efectos en la política y el mundo está en curso”, editorializa con terror la revista inglesa The Economist, que dedica su tapa al ascenso amenazador de las luchas obreras y populares contra el capitalismo. Crecen las tomas de fábrica, piquetes, bloqueos y escraches, al mejor estilo de América Latina.

Cero y van cuatro

En este mes, dos nuevos gobiernos europeos cayeron como producto de la furia popular, y van cuatro. Si los primeros fueron los de dos países pequeños, Islandia y Letonia, ahora le tocó el turno a dos de los tres países más importantes de Europa Central: Republica Checa y Hungría.

A fines de marzo, el gobierno del socialista Ferenc Gyurcsany renunció en Hungría, en respuesta al agravamiento de la crisis. Gyurcsany era muy impopular. Las encuestas le daban solo el 18%.

Para cumplir con las exigencias del FMI, que le hizo un préstamo astronómico de 25.000 millones de dólares, el gobierno desató la furia al pretender imponer un duro plan de austeridad reduciendo el aguinaldo a los pensionados y suspendiéndolo a los empleados públicos, y aumentando el IVA a un 23%, mientras que otorgaba una millonaria ayuda a los bancos.

Apenas un año atrás, Hungría era candidato para ingresar a la zona del Euro en 2010, pero desde entonces su moneda se devaluó drásticamente y el pago de la deuda externa se volvió imposible. En la República Checa, el primer ministro Mirek Topolanek, fue destituido por el voto parlamentario el 24 de marzo.

La caída del gobierno checo tiene graves consecuencias, porque Topolanek tenía la presidencia temporaria de la Unión Europea, y porque el país todavía no ha ratificado el Tratado de Lisboa, que es el acuerdo económico de la Unión Europea, mediante el cual se obligan los países a mantener una estricta disciplina fiscal. La demora de los checos en firmar el Tratado puede frenar su implementación.

En segundo lugar, porque la República Checa era la vanguardia de un agresivo plan de la OTAN y de Estados Unidos para instalar un poderoso radar militar dirigido contra Rusia e Irán. El 70% de la población se opone a la instalación del radar.

Por eso, en vísperas del 60 aniversario de la OTAN, y del décimo aniversario del ingreso de la República Checa a la alianza militar, recibieron a Barak Obama con un pésimo regalo: el gobierno tuvo que retirar de la agenda parlamentaria la ratificación de los tratados firmados con Estados Unidos para instalar el radar. Cuando Obama llegó a Praga el 4 de abril, lo esperaban manifestaciones con carteles que decían: “No queremos un radar aquí!”

La Unión Europea en peligro

El Tratado de Lisboa firmado en 2007, que consagra la libertad de los mercados y la flexibilidad laboral, debía entrar en rigor el Primero de enero de 2009, pero el resultado negativo del referéndum en Irlanda y el retraso de los checos en ratificarlo, están poniendo en peligro su vigencia.

La estricta disciplina fiscal y la rigidez de la moneda única, el Euro, que rige en 16 países de la UE, están colocando al viejo continente al borde del estallido, en una situación muy similar a la de la Argentina bajo la convertibilidad. En Francia, donde los 350.000 desempleados en los últimos diez meses han llevado el total a 3.600.000, la gran huelga del 19 de marzo atrajo más de tres millones de personas a las calles, superando la cifra del 29 de enero.

Hubo 231 marchas en todo el país, con 350.000 manifestantes en París y 300.000 en Marsella. El paro se desarrolló en la función, pública, los ferrocarriles, los docentes, los hospitales y el correo, los aeropuertos, los transportes.

La marcha se desarrolla en medio de una enorme cantidad de huelgas contra las suspensiones, despidos y rebajas salariales, en los sectores de la energía y de la industria automotriz, como la de los trabajadores de Faurecia en Auchel (dos semanas), y los de Wagon automotive (en huelga desde el 25 de marzo).

Los obreros de Continental en Clairoix dans l’Oise, mil de los cuales participaron en la manifestación de París, llevaban varias semanas en huelga, en contra del aumento de la semana laboral a 40 horas. Mientras tanto, una huelga universitaria de ocho semanas paralizó la mayoría de las universidades de París y por lo menos treinta más de todo el país.

En Portugal, el 13 de marzo, más de 200000 personas desfilaron por las calles de Lisboa contra la política del gobierno socialista, que, para respetar el 3% del déficit fijado por la Unión Europea, está disminuyendo el número de empleados públicos, propone eliminar el estatuto de los empleados públicos, reformar el código laboral aumentando la precariedad, que ya afecta al 24,5% de la población, cierre de escuelas y privatización de hospitales.

Desde hace dos años, los trabajadores portugueses no dejan de luchar: 150.000 en 2007, 200.000 en octubre del mismo año contra el Tratado de Lisboa, 120.000 docentes en 2008. En Londres, las manifestaciones contra el G20 en Londres reunieron 50.000 personas, y el 3 y 4 de abril, con ocasión de la celebración de los 60 años de la OTAN, se realizaron masivas manifestaciones en Estrasburgo, Francia, (40.000 personas) y en Alemania.

El 4 de abril en Estrasburgo, Francia, 30.000 personas se manifestaron contra la OTAN en su 60 aniversario. Los manifestantes quemaron un hotel y varios edificios y la policía impidió que un grupo de unos 6.000 manifestantes situados al final del puente en la parte alemana cruzara hacia la parte francesa. El sábado 4 de abril más de 200.000 personas se movilizaron en Italia contra el gobierno de Berlusconi.

Radicalización

El insultante aumento de la desigualdad – en Estados Unidos el 0,1% de los norteamericanos con ingresos más altos ganaba 20 veces más que el 90% más bajo en 1977, y en 2006 esta cifra se elevó a 77 veces –, el salto en el desempleo y el cierre de fábricas, ha generalizado la indignación contra los gerentes, dueños de fábricas y bancos culpables de la crisis, y los gobiernos que los cobijan.

Hay un salto en la conciencia de los trabajadores, que es cada vez más anticapitalista y que se dirige cada vez más directamente contra los principales exponentes del sistema. En Estados Unidos, el escándalo de los 165 millones de dólares en bonos cobrados por los ejecutivos de AIG, cuya quiebra ha sido la más grande de la historia, provocó un estallido de ira, obligando al Congreso a amenazar con votar una ley imponiendo un impuesto de 90% a los ejecutivos.

AIG perdió 61.700 millones de dólares en los últimos tres meses de 2008, la mayor pérdida trimestral en la historia de una compañía, pero recibió 173.000 millones de dólares en ayuda del gobierno.

Hay un salto en los métodos de lucha, como lo demuestran las luchas de los trabajadores franceses (ver recuadro) e ingleses. En Edimburgo, Escocia, la gente apedreó la casa de Fred Goodwin, el banquero que llevó a la ruina al Royal Bank of Scotland (RBS) y que se ha convertido en la figura más odiada en el Reino Unido.

En Belfast, Irlanda del Norte, los trabajadores de la planta Visteon (ex Ford), llevaban varios días ocupando la planta después de haber sido despedidos sin ningún pago, y la solidaridad se esparció en las demás automotrices, que están juntando un fondo de solidaridad.



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