Declaración: CS de la Argentina y el MR de Brasil decidimos construir una corriente
Desde Convergencia Socialista de la Argentina y el Movimiento Revolucionario del Brasil coincidimos en caracterizar a la situación mundial como revolucionaria, ya que existe un ascenso internacional de las clases obreras y los pueblos que cuestiona objetivamente el proyecto de las distintas burguesías, imposibilitadas de recuperar la ofensiva mediante concesiones, porque estructuralmente no pueden hacerlo, ni tampoco a través de políticas represivas, porque la relación de fuerzas les resulta absolutamente desfavorable.
Esta situación plantea la gran oportunidad de que la clase obrera se transforme en líder de la resistencia, en un primer momento, y posteriormente de la ofensiva, de manera de convertir esas luchas reivindicativas en peleas políticas que le disputen el poder a la burguesía.
En ese sentido, también lo es para los trotskistas, porque somos los únicos en condiciones de dotar a esas peleas de un programa coherente, proponiendo una salida de fondo a la brutal crisis capitalista: la salida socialista. En este contexto existe un espacio tremendo para la agitación de las consignas de nuestro programa.
La vanguardia de la situación revolucionaria continúa desarrollándose en el norte del África y Medio Oriente, donde la heroica resistencia Libia va de la mano del ascenso obrero y popular sirio y la segunda fase de la revolución egipcia, en la cual los trabajadores están fundando nuevos sindicatos y organismos de lucha que empezarán a transformarse en puntos de referencia de la pelea contra el actual gobierno burgués y hacia el conjunto de los pueblos la región.
La clase obrera egipcia, la más poderosa de la zona, está llamada a jugar un papel fundamental en la batalla estratégica por la liquidación de los regímenes autocráticos islamitas y el enclave imperialista de Israel. Allí, como en Grecia y otros países, comenzaron a desarrollarse, aunque incipientemente, los nuevos organismos de poder, los embriones de soviets que los revolucionarios tenemos que desarrollar con el objetivo de que se transformen en los puntos de apoyo y organización de las futuras insurrecciones.
Dentro de esta situación mundial la Argentina está a la vanguardia de la lucha contra los planes de ajuste de nuestro continente, un proceso en el cual se está desarrollando una nueva camada de activistas jóvenes muy radicalizada y antiburocrática, una numerosa vanguardia hay que disputarle a los aparatos reformistas y centristas.
Si bien Brasil aún no está a la altura de la lucha de clases de la Argentina, el movimiento obrero de ese país comenzó a moverse, así como distintos sectores de las clases oprimidas, empezando un proceso de enfrentamiento contra los planes de Dilma, que en la medida en que se desarrolle será fundamental para la región, ya que Brasil es el país más importante de Latinoamérica y el lugar en donde existe la clase obrera más concentrada y numerosa.
Esta situación tiende a agravarse aun más, porque debido a la crisis económica y política los distintos gobiernos les exigen cada vez más sacrificios a sus respectivas clases obreras y populares. Los planes de ajuste en Europa indican a que costo pretenden los burgueses resolver esta crisis, atacando los derechos, el empleo, los jubilados, etc. Sin embargo, más allá de las pretensiones de las clases dominantes, no hay posibilidades de recuperación inmediatas. La tendencia es que se profundicen las crisis, y, como reacción a sus efectos, que se intensifiquen las luchas, las huelgas y las revoluciones.
Desde el Movimiento Revolucionario y Convergencia Socialista hemos decidido comenzar a poner en marcha una Corriente Internacional para intervenir sobre este proceso mundial, caracterizándolo y tratando de ayudar a que la clase obrera se ubique como el factor dirigente conciente en la lucha por la derrota de los planes burgueses y la construcción del socialismo. Para eso debemos propagandizar y agitar las consignas del Programa de Transición trotskista contra los gobiernos burgueses y sus planes.
En ese sentido coincidimos en la necesidad de jerarquizar la lucha contra aquellos gobiernos, que en general caracterizamos como “frentepopulistas”, los cuales, amparándose en discursos “socialistas”, “populistas” o “nacionalistas”, tratan de engañar a las masas para, en definitiva, aplicar los mismos planes pro imperialistas.
Desde nuestra corriente denunciaremos a esos gobiernos, llamando a combatirlos con las luchas obreras y populares, impulsando su unificación mediante las tácticas más correctas, como la Huelga General. Pero además combatiremos implacablemente a las corrientes de izquierda que apoyan a esos engaños, como también aquellas, que si bien no forman parte de esos gobiernos, capitulan a los mismos.
Esos sectores, centristas regresivos o directamente reformistas, son, junto con quienes forman parte de los regímenes frentepopulistas, enemigos contra los cuales debemos plantear un debate intenso, político y programático. Este enfrentamiento estratégico tiene que desarrollarse cotidianamente con el objetivo de que los mejores activistas de la clase obrera, el estudiantado y el pueblo no sean ganados para estas posiciones sino para el trotskismo.
Junto con esta pelea permanente por impulsar la construcción de nuestros partidos nacionales debemos jugarnos a tomar contacto con otros revolucionarios del resto del mundo. En ese sentido, hoy tenemos la oportunidad y la obligación de hacerlo con compañeros y compañeras de Egipto, lo que será nuestra primera actividad internacionalista conjunta como corriente.
Viajaremos a ese país para caracterizar de manera precisa los avances en la movilización y organización del movimiento obrero den ese país, un proceso dentro del cual se están empezando a fundar nuevos sindicatos, centros de estudiantes y organismos obreros y populares, que significa la continuidad de la revolución egipcia.
Esta experiencia práctica en común, así como los acuerdos programáticas y teóricos que tenemos, son una base importantísima de un proyecto inicial, pero tiene implicaciones estratégicas, ya que intentamos construir un partido revolucionario mundial, como parte de la cada vez más necesaria reconstrucción de la Cuarta Internacional.
A pesar de las diferencias de matices y nuestras debilidades individuales la lucha de clases mundial nos exige avanzar en esa dirección, pero además existen condiciones concretas para que avancemos hacia allí. Estos pasos, desde ya, ubican a la lucha por la conducción del proceso revolucionario en un escalón superior, sobrepasando las fronteras nacionales, apuntando hacia el internacionalismo y la lucha por el poder. Recién empezamos… Pero lo hicimos bien, porque empezamos a caminar bajo el programa, el método y las banderas revolucionarias, las bandera que nos legaron Lenin, Trotsky y Moreno.
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