viernes, 15 de julio de 2011

Falta de agua en Irlanda, un espejo en el cual mirarnos

Parece ser que la tierra que nos deleitó con las andanzas de Ulises, o aquella que nos atormentó con la creación de conde Drácula (recordemos que James Joyce y Bram Stoker eran irlandeses) o la que nos ha legado el whisky no gana para disgustos.

A la ya caótica situación económica que viene sufriendo Irlanda, gracias a la cual a comienzos de este año se produjeron grandes movilizaciones obreras y populares, producto de la crisis del capitalismo financiero, se le suma una gran crisis medio ambiental.

Esta se expresa en la creciente escasez de agua potable, una dura realidad que se debe a dos factores, un propio del país y otro más general. Por un lado la sobrepoblación de los centros urbanos irlandeses y la gran contaminación de las empresas y los ciudadanos y por el otro cambio climático que se está desarrollando a nivel planetario.

Esto último se materializa en la sobreabundancia de lluvias al este del país y la falta de precipitaciones en el oeste, donde se producen importantes períodos de sequías. Para paliar la escasez del agua, el gobierno irlandés, lejos de plantearse la resolución de los problemas de fondo, está planeando la imposición de una serie de impuestos al consumo de agua potable.

Como se verá, el gobierno de vez de aplicar sanciones a las empresas por la contaminación que provocan o el mal uso que hacen del agua e implementar un sistema de ecología sustentable, decide negar el acceso a la clase trabajadora a un recurso vital. ¡Como siempre los más perjudicados por las crisis generadas por los capitalistas siempre somos los laburantes!

Lo de Irlanda se vuelve más realista cuando descubrimos que su situación es una copia de lo que sucede en nuestro país debido a la imposición de planes capitalistas que están centrados en la depredación y saqueo de los recursos naturales, entre ellos el agua.

Aquí los problemas ambientales son múltiples: contaminación de todo tipo; aparición de múltiples enfermedades producto por la contaminación; deforestación; monocultivo; inundaciones producto del armado de diques; desertificación del suelo y escasez de agua potable son algunos de los problema que nos aqueja.

A pesar de que no es nuevo ver que parte del país sufre sequías y que personas se mueren de deshidratación y se pierden cosechas-como ha pasado en años anteriores- el país contiene una de las mayores reservas de agua del planeta, ya que en su subsuelo fluye el acuífero guaraní -una reserva de agua subterránea- sumado a los múltiples lagos y humedales que recorren la superficie de estas tierras.

El problema reside en que estas fuentes de agua están siendo entregadas a precio vil a terratenientes nacionales e internacionales -o si no se venden directamente se destruyen, como fue el caso del Vial Costero de Vicente López- por los gobiernos provinciales con el apoyo del gobierno de la presidenta Cristina Fernández Kirchner, lo cual imposibilita que los trabajadores podamos acceder libremente a ese recurso fundamental para la vida, recurso que estos terratenientes y el gobierno nacional dilapidan con el objetivo de hacer negociados.

Esta situación no hace más que confirmarnos nuevamente que el capitalismo está en crisis terminal y que por en ese marco está destruyendo rápidamente las fuerzas productivas, principalmente las dos más importantes: la naturaleza y el hombre.

No habrá manera de defender la ecología y evitar la destrucción del planeta sino mediante la liquidación del sistema que lucra con su liquidación, el capitalismo, poniendo en marcha el socialismo, ya que los trabajadores somos los únicos interesados en defender la naturaleza.


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