sábado, 12 de noviembre de 2011

Entrevista al miliciano argentino que combatió en Libia
La OTAN fue a Libia para tratar de robarle la victoria al pueblo y ayudar al CNT


Entrevistamos a Yusseff Mohammad Al-Arjentiny, quien cobró notoriedad por haber combatido junto a los milicianos que derrotaron a la dictadura de Kadafi. Su testimonio da por tierra con la mentira que han hecho circular ciertos sectores de la izquierda, ligados al castro-chavismo, quienes aseguran que las milicias “son las tropas terrestres de la OTAN…” Cuando hablamos sobre esto, Yusseff, mostrando un gran enojo, nos dice que esa gente “ensucia la memoria y la sangre derramada de cientos de compañeros que han peleado heroicamente contra la dictadura sin ningún apoyo ni de la OTAN ni de algún país imperialista…” Sus argumentos son muy convincentes.

ET: ¿Cuándo llegaste a Libia? Y: En marzo de 2011 llegué a Egipto; de allí crucé la frontera, tratando de recopilar información para enviarla a nuestro país, pensando que era una buena manera de ayudar a la causa del pueblo en lucha. A partir de mi labor como reportero tomé contacto con las milicias. Un día, mientras cubría un enfrentamiento seguí avanzando más que el resto de los periodistas, lo que me obligó a pasar la noche con los milicianos que venían de tomar la ciudad de Ajdbyia. Viéndome dispuesto, me ofrecieron un papel más activo, proponiéndome que tome una de las armas que habían recuperado del ejército. Ahí nomás, sin dudar, acepté la invitación y pasé a formar parte de la resistencia armada.

ET: ¿Te entrenaron militarmente? Y: Mirá, aprendí igual que el resto, peleando, o sea sobre la marcha. Siempre había alguno que sabía un poco más o que tenía más audacia; se ponía a la cabeza y daba el ejemplo. Los “líderes” no eran, por lo general, militares sino gente del pueblo, metalúrgicos, camioneros, petroleros. El que tuve en el último grupo donde luché, era un taxista. Gente muy aguerrida, que empezó peleando con palos y cuchillos y que se fue armando en la medida en que desarmaban a los militares kadafistas.

ET: Me contaste una anécdota sobre esto Y: Sí. Un día, en Misrrata, un combatiente, de aproximadamente 50 años me llamó para decirme que quería mostrarme una ametralladora. Yo pensé que a esa altura de la guerra no había mucho que me pudiera impactar, porque ya conocía la mayoría de las armas que se usaban. Igualmente fui, a ver que tenía este hombre. Cuando llegamos a su casa me mostró la “ametralladora”: ¡Era una barreta! Me contó, emocionado, que con esa herramienta abrían las compuertas de los tanques de guerra y que, después, otro combatiente rociaba su interior con nafta, quemando a todos sus ocupantes… ¡Por eso, cuando nos calumnian diciendo que las milicias eran tropas armadas por la OTAN, siento mucha indignación! Las armas de los milicianos fueron robadas a los soldados libios y la gran mayoría eran viejas, de origen soviético; ni una sola perteneciente a algún país imperialista…

ET: ¿Cúal fue para vos la razón que hizo estallar la revolución? Y: La falta de dinero, el hambre, la falta de libertad, la represión. Había musulmanes que me decían que nunca se pudieron casar porque no tenían fondos para concretar el matrimonio debido a la situación de miseria que vivían. Hay mucha bronca, porque, como todos dicen allá, Libia es un país que nada en petróleo, tanto que “hacés un pozo con una palita y brota ahí nomás desde el suelo…” Todo esto, sumado al contagio de las luchas que explotaron en Túnez y Egipto, crearon un terreno favorable para la insurrección. La diferencia es que en Libia, a diferencia de esos país, se destruyó al ejército y el pueblo todavía continúa con las armas en su poder, algo que horroriza a los imperialistas y a los representantes del gobierno del CNT, que están tratando, todavía infructuosamente, de desarmar a las milicias. Pero no les va a resultar sencillo. La mayoría del pueblo asume que las armas costaron mucho, mucha sangre.

ET: ¿El pueblo libio miraba con simpatía a los ataques de la OTAN? Y: Para nada, porque los únicos ataques que se sentían eran los que hacían contra las milicias, “marcándoles el terreno”, para impedir que avanzaran más allá de lo que ellos permitían. La OTAN no quería que el pueblo armado apareciera como el gran gestor de la derrota de la dictadura. Por eso, cuando en Bengazi las milicias y el pueblo estaban derrotando a las tropas de Kadafi, que habían montado una gran ofensiva sobre esa ciudad, recién después de dos días de combate, aparecieron los aviones para robarle la victoria al pueblo. Sin embargo eso no sucedió en Misrrata, donde la OTAN no pudo jugar ningún papel. Allí todos tienen absoluta conciencia de que ganaron gracias a sus propias fuerzas y que nadie los vino a apoyar desde afuera. Tan nefasto fue el papel de la OTAN, que existen miles de muertos debido al “fuego amigo…” Por ejemplo, en un momento importante de la lucha, cuando las milicias habían expropiado 50 tanques de última generación para atacar Trípoli, los aviones imperialistas los destruyeron a todos, matando a cientos de personas. ¡Y ojo, que todos los tanques tenían pintada la bandera que usaban las milicias en el techo, por lo tanto no fue un error, sino una política deliberada de los comandantes de la OTAN! Ese crimen imperialista postergó la caída del régimen por lo menos por cuatro meses.

ET: ¿Lo mismo pasó con la ofensiva sobre Sirte para acabar con Kadafi? Y: Así es, los imperialistas no querían que las milicias ejecutaran al dictador. Estaban negociando su retirada. Y de última, querían ser ellos los que aparecieran derrotando a Kadafi. Si embargo allí, como en muchas batallas, los milicianos superaron el cerco imperialista y avanzaron sobre los objetivos. Además te quiero decir otra cosa: había mucha claridad en todo el pueblo en relación a lo que había que hacer con Kadafi. Todos decían ¡Jamás entregar a Kadafi! Por eso, los que lo ajusticiaron son considerados héroes por la mayoría de la población. No es casualidad que el gobierno y el imperialismo hayan cuestionado la ejecución, atacando a los milicianos que la cumplieron. ¡Por eso la gran tarea de ahora es defenderlos, impedir que los juzguen y castiguen, defender al pueblo en armas!

ET: ¿Cómo funcionaban las milicias y los sectores que controlaban? Y: Todo lo que se expropiaba se repartía en partes iguales entre todos; el alimento, el petróleo, el pan, el agua, controlado por comisiones de trabajadores y gente pobre. Los que peleábamos comíamos una especie de “tuco” donde mojábamos el pan y sobre el cual flotaban unos porotos. Cuando ganábamos una posición que había pertenecido al enemigo o entrábamos en los barrios de los militares (la mayoría vivía muy bien) repartíamos la mejor comida que encontrábamos.
Las milicias, además de organizar la vida y repartir las mercaderías, garantizaban la aplicación de justicia. A los sectores más ligados al poder, a los más corruptos y sanguinarios, directamente se los pasaba por las armas. A los más rescatables, se los trataba de sumar a las fuerzas de la resistencia. Misrrata es una ciudad muy combativa porque a diferencia de otras localidades, allí se ejecutó a prácticamente todos los sectores relacionados a la dictadura. La justicia popular fue ejemplificadora y saludable.

ET: ¿Cúal era la imagen de Kadafi entre la población? Y: Los más viejos recordaban con cierta simpatía los primeros años de su gobierno, en los cuales se hicieron algunas concesiones y se hacían discursos más populistas. Los jóvenes, que son los que siempre sufrieron el hambre y la represión, directamente lo odiaban, recriminándole que no hacía lo que prometía.
Por lo que me cuentan cayó muy mal el alineamiento con Bush para apoyar a los imperialistas en Irak y Afganistán. También era mal visto la política del gobierno de condescendencia con los sionistas. En Libia hay una gran conciencia antisionista, no antijudía, porque la gente diferencia con claridad la religión judía de la política que lleva adelante el estado de Israel. El pueblo libio es muy solidario con los oprimidos de otras regiones. Hay un dicho muy común que dice“no abras mucho la canilla, porque hay hermanos en África que no tienen agua…” Allá reivindican mucho a los palestinos por su lucha, como también a los trabajadores y el pueblo de Egipto y Túnez, que vienen de derrotar a sus dictaduras.

ET: ¿Qué perspectiva ve la gente en Libia? Y: Por lo que yo entiendo no se habla ni de elecciones ni de cosas parecidas. Tampoco se tiene mucha claridad en relación a las políticas que habría que aplicar. Lo que sí la absoluta mayoría de los trabajadores y el pueblo no quiere dejar las armas, porque entiende que es la mejor manera de defender sus derechos. La única garantía de que no los pasen por encima. Esto es muy importante y hay que defenderlo, en todo el mundo, impidiendo que desde el gobierno y el imperialismo desmovilicen a las milicias. Hay una campaña internacional de aislamiento del pueblo armado, montada por sectores políticos que se denominan de izquierda, pero que en los hechos trabajan en equipo con el gobierno del CNT y la OTAN: el aislamiento les permitirá a estos últimos pasar a la ofensiva militar sobre los milicianos.
El mantenimiento de las armas en poder del pueblo es la única garantía de que avance la revolución. ¡Hay que unir a todos los que estamos dispuestos a defender este derecho elemental! Para eso hay que empezar por defender a los milicianos que ajusticiaron al dictador, perseguidos por el gobierno, que cumple las órdenes de la OTAN. En ese sentido, ya hubo movilizaciones en Bengazi.

ET: ¿Querés decir algo más? Y: Sí, que es muy importante la iniciativa que han tomado D.O., LOI-CI, Torre, C.S. y A.P, junto a otros grupos de la Argentina y otros países para defender a las milicias. Este Comité Internacionalista debe crecer y extenderse, logrando la movilización y el apoyo concreto en todo el mundo. Por eso les quiero decir que estaré presente el 18 en la charla que están preparando en la facultad de Filosofía y Letras, para contar estas verdades, una manera práctica de ayudar a los milicianos de Misrrrata y del resto de Libia. El gobierno pro imperialista y usurpador de la revolución del CNT usará, de acá en más, todas las herramientas para intentar derrotar al pueblo en armas. Utilizarán el engaño y las mentiras, aprovechando la situación de aislamiento internacional de las milicias y, cuando, estén en condiciones, no vacilarán en recurrir a la fuerza. ¡Tenemos que impedirlo!

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