lunes, 21 de noviembre de 2011

¡Viva la lucha de los trabajadores y el pueblo egipcio, abajo el gobierno del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas!

Miles de jóvenes egipcios han ganado las calles repudiando al gobierno del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, CSFA, que impone las mismas políticas de ajuste y represión que antes aplicaba Mubarak. Esto no es casual ya que está compuesto por los militares del régimen que gobernó Egipto durante años al servicio de las multinacionales.

Los manifestantes han vuelto a ocupar la Plaza Tahrir, símbolo de la revolución inconclusa, que solo avanzará cuando caiga este gobierno militar, que durante estos días ya se ha cobrado la vida de más de 20 personas, atacando con las tropas del ejército y la policía o utilizando grupos de pistoleros armados.

La junta militar, que prometió entregar el poder en un plazo muy breve, se atornilló al poder imponiendo un “calendario” que le permitirá retenerlo durante mucho tiempo, mediante un complicado proceso electoral y a través de una serie de cláusulas o “principios” a los cuales deberán someterse los partidos políticos que compitan por el gobierno.

De aplicarse estos las decisiones más trascendentes, como la conformación y manejo del presupuesto -en la práctica la más importante- quedarán en manos de la casta militar… ¡Quieren cambiar algo para que nada cambie!

Coherentemente con esta política desde el gobierno vienen aplicando una durísima represión contra la juventud rebelde, a tal punto que en 9 meses de gestión han sometido a juicio ante tribunales militares a más de 12.000 civiles por motivos políticos. ¡Mientras tanto continúan obligando a las mujeres que protestan a "pruebas de virginidad" realizadas por los mismos soldados que las reprimen!

Sin embargo los trabajadores y el pueblo han dicho basta a los atropellos antidemocráticos y antipopulares del gobierno del ejército de Mubarak, siguiendo el camino de los jóvenes libios, quienes quebraron la espina dorsal del régimen de Kadafi, sus fuerzas armadas, peleando con los métodos más radicalizados.

Hay que rodear de solidaridad a los manifestantes de la Plaza Tahrir, organizando actos y movilizaciones en todo el mundo, solidaridad que debe extenderse a todos los que luchan en el Norte del África y Medio Oriente.

Hay que apoyar a los palestinos que combaten la dictadura sionista del estado de Israel, a los milicianos rebeldes de Libia que se niegan a entregarle las armas al gobierno cipayo del CNT, a los trabajadores y el pueblo de Siria, que enfrentan a la dictadura de
Bashar al-Assad y a todos los que levantan sus voces y sus puños en contra de los gobiernos ajustadores y antidemocráticos de la región.

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