domingo, 8 de enero de 2012

Declaración de la Corriente Revolucionaria Internacional / Llamado para defender la revolución árabe / Organicemos un comité de apoyo y preparemos un viaje a Libia y Egipto

Hace casi un año vivimos un levantamiento revolucionario sin precedentes en el norte del Africa, protagonizado por los trabajadores, la juventud y amplios sectores populares. Túnez, Egipto, Libia y ahora Siria... El mundo árabe está sacudido por la onda revolucionaira que tumbó varios gobiernos dictatoriales.

Al mismo tiempo no tenemos dudas de que las masas del norte del Africa no luchan por la democracia como una concepción abstracta de la vida, ni tampoco motivadas por cuestiones religiosas. La democracia que pretenden tiene que ver con el derecho de los trabajadores a gobernar sus propios destinos y controlar los rumbos de sus determinados países; algo que las democracias burguesas nunca garantizarán ni poderán ofrecer en ningún lugar del planeta.

La revolución mundial en curso, con epicentro en esta región, está apoyada en la necesidad de grandes transformaciones sociales. Es una revolución, y no puede ser llamada de otra forma, pues cuestiona los pilares en los que se sostiene el poder capitalista y ubica la pelea por el poder de manera práctica, más allá de que exista o no una dirección conciente de esas tareas.

Los pueblos no soportan más sufrir los efectos conviver de la crisis económica, que implican un desempleo y miseria creciente. Por eso luchan con heroicidad, y a pesar de la represión y el asesinato de miles, mantienen y profundizan sus marchas, ocupaciones y huelgas, radicalizando cada vez más su conciencia política. La falta de soluciones concretas dentro del marco del sistema burgués, en el sentido económico, social y democrático, acerca a las masas hacia las consignas revolucionarias.

Los gobiernos provisorios o “transicionales” que se han formado en Libia y Egipto son incapaces de solucionar cualquiera de las reivindicacionies exigidas por los trabajadores y los pueblos en lucha. Son gobiernos formados a partir de las ruinas de las dictaduras derrumbadas por la revolución, fortalecidos inicialmente por las ilusiones populares a partir del reemplazo de Kadafi y Mubarak.

Sin embargo son extremadamente débiles e inestables, ya que se construyeron sobre la vieja estructura semifascista de poder impuesta durante las últimas décadas y no podrán resolver ninguna reivindicación elemental. Por lo tanto el odio obrero y popular se dirigirá irremediablemente hacia ellos.

No habrá salida democrática para el mundo árabe sin el avance de la revolución socialista. No habrá fin del desempleo y la miseria y ningún tipo de democracia real, hasta que los consejos populares, las milicias y el pueblo pobre de la Plaza Tahrir no tomen estas tareas en sus manos. En sínteses, no podrá haber una revolución por la mitad, o sea en etapas. O se avanza hacia el Socialismo o se retrocederá. O los trabajadores obtienen triunfos definitivos o serán derrotados.

Esto último es lo que el imperialismo pretende y prepara, mediante baños de sangre, pero también a través de la “reacción democrática”, ganando a los líderes de la insurgencia, tratando de desviar la revolución hacia una salida institucional por dentro del sistema, limando así los cuestionamientos contra los regímenes y gobiernos burgueses de la región.

La pregunta y desafío del momento pasa por decidir quien gobierno: ¿O los militares y políticos “democráticos” comandados por las burguesías europeas y yanky, o los trabajadores y los pueblos, apoyándose en las organizaciones construidas durante la lucha que derrumbó a las respectivas dictaduras...?

Esta lucha es enorme y difícil, pero muy necesaria. Su resultado puede determinar el rumbo de las luchas sindicales, estudiantiles y populares de todo el mundo. La victoria de los trabajadores egipcios, libios, sirios o palestinos contra los actuales regímenes de hambre y represión, serán victorias de los trabajadores y los pueblos oprimidos de todo el planeta. Pero estos triunfos solo se consolidarán si se basan en la expropiación de las burguesías de los distintos países y la ruptura con las cadenas de la dependencia con el imperialismo.

En ese sentido, continuando las tradiciones revolucionarias del marxismo en general y el trotskismo en particular, desde la Corriente Revolucionaria Internacional (CRI), formada por el Movimiento Revolucionario de Brasil y Convergencia Socialista de Argentina, venimos realizando una campaña y un llamado para concretar la solidaridad práctica con estos procesos. Bregamos para desarrollar todo tipo de iniciativas a favor de las revoluciones del Norte del Africa y Medio Oriente.

Hemos propuesto la organización de una delegación unitaria para acercarse a Egipto y Libia y llevar el apoyo y la solidaridad internacionalista. De concretarse, esto permitiría aprender, analizar la situación real de la región y sus características, pero fundamentalmente entrar en contacto con las personalidades y grupos que defienden la continuidad de la revolución. Estamos convencidos que el internacionalismo en serio debe materializarse este tipo de acciones. Por eso tenemos la osadía de reclamarle a las organizaciones que den ese paso.

Sin pretender hacer la revolución sustituyendo a las masas y el protagonismo de los pueblos en lucha, creemos que es fundamental ubicarnos del lado de la trinchera que corresponde, que es donde se decidirá el futuro de estos países. Los revolucionarios no podemos ser meros espectadores de las disputas entre los distintos sectores burgueses. Tenemos la obligación de intervenir con el propósito de colocar nuestras fuerzas al servicio de la lucha por un gobierno de los trabajadores y por la revolución socialista.

En este momento la revolución egipcia sigue demostrando su magnitud y poderío, con nuevos mártires y grandes jornadas revolucionarias que amenazan con tumbar al gobierno de las fuerzas armadas que sucedió a Mubarak. Por esto insistimos en el llamado a las organizaciones que se reivindican revolucionarias, en especial a la Lit/CI y la Uit/CI, pero también a todos los grupos y partidos que llaman a apoyar a la revolución árabe, para que concretemos de forma práctica la teoría. El actual proceso en esa región nos exige la dedicación y el apoyo práctico.

Consecuentemente desde la CRI estamos organizando una delegación para viajar a Egipto y Libia, de manera de llevar nuestra cuota de solidaridad militante y ayudar a formar la conciencia antiimperialista y socialista de las masas de esa región. Invitamos a los compañeros y compañeras de las organizaciones revolucionarias a sumarse a la iniciativa para golpear como un solo puño a favor de la revolución obrera y socialista. Apoyemos la revolución, realicemos acciones solidarias en todo el mundo y vayamos al Norte del África para fortalecer la lucha de los pueblos.

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