A través de
un programa de la cadena televisiva CBS, el secretario de estado de los EE.UU.,
John Kerry acaba de declarar que “es posible llegar a un acuerdo con Irán... si
su programa nuclear es pacífico y lo podemos corroborar”.
Este es el
mismo funcionario que viene de firmar -con el presidente ruso Putin- los
acuerdos mediante los cuales el régimen de Bashar Al Assad decidió poner sus
arsenales químicos a disposición de la ONU, para después destruirlos.
Por eso no
es casual que, en el marco de la Asamblea Anual de la ONU que rubricó ese pacto,
los presidentes de EE.UU. e Irán -Obama y Rouhany- hayan entablado la primera
comunicación directa desde 1979, año en que estalló la revolución iraní contra la
dictadura del Sha Mohamed Reza Pahlevi.
Tampoco,
que mientras sucedía este trascendental acercamiento, el ministro de relaciones
internacionales de Irán - Mohammad Javad Zarif- haya manifestado la voluntad de
su gobierno de “abrir las instalaciones nucleares a la inspección internacional…”
Tigres de papel
Cuando la
situación parecía dirigirse hacia una confrontación militar entre EE.UU. y el
ejército Sirio -apoyado por Rusia, China e Irán- el “guerrero” Obama tuvo que
retroceder “en chancletas”, condicionado por la presión del movimiento de masas
de todo el mundo, que lo dejó prácticamente sin aliados.
Esta
situación, que expresa la profundidad de la crisis -capitalista- que corroe a
la principal potencia mundial, fue de la mano del “recule” de sus enemigos
circunstanciales, ninguno de los cuales pretendía seriamente cuestionar la
supremacía militar yanky.
Por esa
misma razón, dos de los regímenes que más vociferaron en contra del “gran
Satán”, terminaron agachando la cabeza frente a Kerry, Obama y la Asamblea
Anual de la ONU, entregando, en un caso sus armas más letales y, en el otro, la
capacidad de producirlas.
Sin embargo
no fueron ni la presión mundial ni la desigualdad militar los principales
motivos que obligaron a todos estos personajes a sentarse en la mesa de las
negociaciones, sino la coincidencia estratégica que tienen en el sentido de aplastar
el proceso insurreccional que está desarrollándose en Siria y que amenaza con
extenderse.
Las
relaciones entre las jefaturas burguesas de Siria, Irán, Rusia y China con los
Estados Unidos y demás países imperialistas pueden llegar a tener muchas contradicciones,
algunas de las cuales incluso pueden detonar conflictos militares parciales.
Sin embargo
estas no son tantas como la que todos ellos tienen, en tanto agentes
conscientes de la contrarrevolución, con las masas levantadas en armas, o sea
con la Revolución, como la que acontece en Siria.
100.000 personas armadas no son poca cosa
Más allá de
la falta de una dirección revolucionaria de los trabajadores y el pueblo sirio,
o del accionar de las fuerzas burguesas y las sectas islámicas armadas por
Qatar y Arabia Saudí -que tratan de infectar la conciencia de las masas- existen
más de 100.000 personas armadas peleando por sus derechos.
Los
trabajadores y el pueblo de Siria han tenido que armarse para enfrentar al
gobierno y al régimen de Bashar Al Assad. El ejercicio del legítimo derecho a
ejercer su autodefensa los obligó a imponer su propio poder en bastas regiones
del país, mediante la organización de comités populares.
Estos
órganos de “doble poder” constituyen el germen de la Revolución Socialista, ya
que no habrá Socialismo sin el ejercicio directo de la democracia por parte de
la clase obrera y del pueblo. ¡Ni qué decir cuando el movimiento de masas practica
ese control con sus armas en la mano!
¡Los
capitalistas son conscientes de que la única manera de mantener su dominio sobre
las clases subalternas, pasa por aplastar estos elementos de autoorganización y
por recuperar el monopolio de las armas y de la represión… que es lo que está
siendo cuestionado en Siria!
Los
revolucionarios no podemos sino ubicarnos en las trincheras del pueblo en lucha
y, desde ese campo militar, pelear por una salida obrera y socialista. Para eso
tenemos que empezar por denunciar el pacto contrarrevolucionario de Obama,
Putin, Assad y Rouhany y rodear de solidaridad a las masas sirias.
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