El ejército mexicano está invadiendo el territorio de
Michoacán, con el supuesto objetivo de terminar con la “escalada de violencia”
que viene desarrollándose en ese lugar.
Sin embargo, los uniformados están tratando de desarmar a
las autodefensas comunales, que se han puesto en pie para defender a la mayoría
de la población del ataque y del chantage perpetrados por poderosas bandas de
narcotraficantes, como los “Caballeros Templarios”.
Estos grupos de delincuentes están protegidos y organizados por
el estado mexicano y el imperialismo yanky, razón por la cual cuentan con el
apoyo directo y desvergonzado de los altos mandos de las fuerzas represivas y
la mayoría de los gobernadores e intendentes priistas y de otros partidos
burgueses.
Por esta razón las autodefensas confrontan -objetivamente y
más allá de los deseos de sus miembros y promotores- con el gobierno y las
políticas de ajuste y saqueo que aplica al servicio de los amos imperialistas,
justamente en su patio trasero.
El movimiento de las autodefensas -por lo que sabemos- involucra
desde sectores de la clase trabajadora hasta hacendados, pasando por distintos
estamentos del campesinado mexicano. Su dirección parece estar en manos de
elementos de la pequeña burguesía rural y urbana.
La izquierda debería tomar partido, ubicándose de manera
decidida en la trinchera de las autodefensas, ya que el combate contra el narco
capitalismo tiene que unirse a la lucha por las reivindicaciones insatisfechas
del proletariado y el pueblo pobre mexicano en un solo movimiento que apunte a
la derrota del gobierno y sus planes antiobreros y antipopulares.
Desde ese lugar, e incentivando a la clase obrera para que
intervenga en esta pelea con sus propios organismos, los revolucionarios deben
proponer el único programa capaz de extirpar el cáncer narco y todas las calamidades
producidas por la recolonización capitalista… el programa Socialista y el
gobierno obrero y campesino.
Reproducimos dos declaraciones del Partido Obrero Socialista
de México -una organización trotskista de ese país- de manera de ayudar a comprender
la problemática en cuestión:
Editorial El Socialista en red -46- del Partido Obrero
Socialista de México
Enero 19 de 2014
En Michoacán, ante el clima de inseguridad, extrema
violencia y abuso a todos los niveles, la sociedad ha tomado la decisión de
organizarse y enfrentar a las bandas de criminales que azotan la región.
En realidad no se trata de la sociedad en abstracto, es un contingente
poli-clasista, donde los campesinos, indígenas y los trabajadores, los más
agredidos por estas mafias, quienes han tomado la justicia en sus manos ante la
incapacidad y negligencia de los gobiernos federal y estatal.
En el curso de estas batallas, que autodefensas y las
policías comunitarias han protagonizado, ha quedado evidenciado que el poder e
impunidad de los narcotraficantes encuentra su razón de ser en la complacencia
y complicidad por parte del gobierno en sus tres niveles: federal, estatal y
municipal.
Los sucesos de Michoacán representan la prueba más
contundente de ello. Años que en la entidad el crimen organizado transitó y
vivió a su antojo ante la ausencia de una respuesta por parte del poder
político, y no fue sino hasta la aparición de brigadas de autodefensa que el
gobierno priista recordó cuáles son la funciones que había dejado de hacer.
Pero no las realiza de manera imparcial. Irónicamente el
ejército y las fuerzas de coerción aparecen precisamente cuando las brigadas de
autodefensa más avanzan en contra de las bandas de criminales y comienzan a
poner en verdadero peligro su existencia.
Y no llegan en apoyo para dar el golpe de muerte a la banda
de Los Caballeros Templarios, sino para exigirle a los grupos organizados que se
desarmen de inmediato.
El “narcofílico” secretario de Gobernación, Soberbio Chong,
lejos de llegar a combatir al crimen organizado, en su primera declaración
afirma que será severo e inflexible con los grupos armados.
Y en su primera acción deja constancia plena de su
intolerancia hacia las brigadas de autodefensa a quienes combatió dejando como
saldo varios campesinos muertos, entre ellos una niña de once años.
De deponer las armas, tal como quiere el gobierno, Las
Autodefensas se pondrían la soga al cuello, pues quedarían completamente a
merced nuevamente de las bandas criminales y de sus venganzas.
Reivindicamos el derecho que tiene el pueblo a defenderse
ante el crimen organizado. Reivindicamos el derecho que les asiste a las
Autodefensas y a las Policías comunitarias al control de las armas y a sus
formas de organización para la defensa de sus intereses.
¡No al desarme de los grupos de autodefensa! Denunciamos el
encubrimiento y protección del poder político hacia el crimen organizado y la
confabulación que mantiene con éste en el negocio de la droga.
Denunciamos que en lo que va del gobierno de EPN no ha
cedido ni un ápice la inseguridad y la violencia por parte de las bandas
criminales. Al contrario, muertes y secuestros van en ascenso. Complicidad e
ineficacia han quedado demostradas en la Secretaría de Gobernación. ¡Exigimos la renuncia
de Osorio Chong!
¡Exigimos castigo a los responsables de las muertes en el
desarme de grupos de autodefensa en Michoacán! ¡Libertad a todos los presos
políticos de las Policías Comunitarias!
Una crítica a la izquierda. Sobre las autodefensas y la
represión
Por Tomás Holguín
enero 18, 2014
La mata sigue dando, mata que mata al pueblo mexicano.
Felipe Calderón lanzó la guerra carnicera contra el pueblo mexicano a
instancias de la mentirosa “guerra contra el narco”, carnicería que continua
con Enrique Peña Nieto. Muerte y represión al pueblo mexicano, a un pueblo
empobrecido, pauperizado, en la miseria, harto y hasta la chingada de tanta
jodidez.
Por medio de esa mentirosa “guerra contra el narco” se
intentó legitimar Felipe Calderón en el gobierno federal tratando de crear un
“enemigo común”, con ella se reestructuró la economía del narco (la
lumpenburguesía) y se militarizó el país (listos para reprimir cualquier conato
de revuelta popular). La cosa no ha cambiado mucho.
De una u otra forma el pueblo ha tenido que salirle al
quite, de algún modo tenía que salir a defenderse de tal afrenta, represión y
muerte. Ha sido un movimiento de respuesta donde están involucrados distintos
sectores de la población, pequeños empresarios, profesionistas, estudiantes,
trabajadores, campesinos, indígenas, desempleados, etc.
Incluso cada uno de estos sectores padeciendo distintos
tipos de violencias (la violencia de los de arriba y la violencia de los de
abajo [1]), y por ende con distintas posturas y visiones sobre el problema de
la violencia y su solución.
Un movimiento de respuesta policlasista (pequeña burguesía,
clase trabajadora, campesinos, indígenas, estudiantes, etc.), que ha mostrado
distintas tendencias de solución, incluso encontradas; por ejemplo, los
sectores más conservadores del movimiento pidiendo más militares, los cascos
azules o confiando y negociando con el gobierno federal y terminando como ONG`s
o leyes poco materializables.
Y los sectores más claros y radicales de la población y la
izquierda que también han participado en este movimiento de respuesta
dilucidando y mostrando el claro vínculo y papel del Estado en el fenómeno de
la violencia, la desconfianza absoluta con los gobiernos federales y locales,
el verdadero papel represor del ejército contra el pueblo inconforme, la
inexistencia de una guerra contra el narcotráfico, etc.
Ha resumidas cuentas, un movimiento de respuesta (ya de
varios años) ante la violencia donde la mejor ley que aplica es la del
desarrollo desigual y combinado.
Ahora bien, ¿Por qué una crítica a la izquierda –o a un
sector de la misma, al más extremo- con respecto a las autodefensas? Pues
debido a la represión y militarización que se está efectuando en estos momentos
de parte del gobierno federal (ejército y policía federal) hacia la población
armada de Michoacán que se defiende contra el narcotráfico, el crimen y la
muerte.
Hecho atroz ante el cual la ultra izquierda poco dice, poco
responde, poco pronuncia, poco declara, poco se inconforma; casi nada, muy
timoratos; lo que se aprecia es una aparente gran resistencia a decir algo a
favor de las autodefensas (pueblo armado luchando por sus vidas), a reprobar la
acción del Estado y a protestar contra la represión y militarización que en
estos momentos se está dando en Michoacán.
Durante la mentirosa “guerra contra el narco” de Felipe Calderón
se llegó a establecer un horrible prejuicio y dicho en parte de la población
mexicana que legitimaba tal guerra mentirosa, el cual era que cuando alguien
aparecía ejecutado en algún lugar del país (principalmente en los estados del
país con mayor violencia), casi la respuesta inmediata era:
“seguro es porque en algo andaba”, y por lo tanto se
criminalizaba a alguien que era inocente, o que si era culpable de algo, por lo
menos debería de tener el derecho de demostrar y defender su inocencia; no
simplemente matarlo, y que por el hecho de aparecer muerto ya eras culpable de
algo (de andar con el narco).
Acá con el fenómeno de las autodefensas, el prejuicio no
verbalizado que parecen tener algunos en la ultra izquierda es algo similar al
anterior: “si se arman, es porque en algo han de andar”. Es decir, defenderse
contra la violencia de Estado y del narcotráfico está bien si es de manera
pacífica, con foros, mítines, marchas, autoinmolándose, etc.
Pero si te armas para defenderte de la misma violencia
descrita anteriormente, allí ¡aguas!, seguro (sospechas al respecto) esos
empistolados forman parte o son patrocinados por algún grupo narcotraficante
rival, o son promovidos por el Estado para formar grupos paramilitares, o bien
un empresario o grupo de empresarios importantes quieren formar sus guardias
blancas privadas.
Vaya pues, hacérsela de pedo al gobierno por tanta matazón
está bien si se hace desarmado y a lo civil y pacífico, pero si una comunidad o
un grupo de ella se arma, sobrarán las sospechas del tipo anterior (las cuales
habrá que tener en consideración pero con mesura, no hay que caer en el
prejuicio de criminalizar a la gente que ha determinado armarse para defender
su vida).
Las conductas hablan mucho, y por ellas se pueden
interpretar y sacar a conclusión lo tímido que ha sido la respuesta de parte de
un sector de la izquierda ante un terrible caso de represión y militarización
(el de Michoacán y las autodefensas). Sin darse cuenta, de manera inconsciente
(espero), se está criminalizando a las autodefensas y se está permitiendo que
se las masacre, sin decir nada (la ultra izquierda). Hazte de la vista gorda.
Un breve pase de visita por los portales de internet de
algunos grupos de izquierda confirmará ese silencio, ese temor, pues no se verá
ningún tipo de análisis o denuncia ante el fenómeno, y principalmente ante lo
que está haciendo el gobierno federal en Michoacán (represión y
militarización).
De momento, la respuesta más radical (aunque de manera
inconsciente y espontánea) que ha surgido para detener la violencia del Estado
contra la población es la autoorganización de autodefensas y policías
comunitarias -éstas últimas con una base social principalmente de campesinos
pobres e indígenas-.
A pesar de que no sea el esquema puro e idealizado de unas
cuantas mentes rojas, la realidad es siempre mucho más compleja que nuestros propios
esquemas cognitivos, por tal razón debemos trabajar por comprender los
fenómenos de una manera totalizadora (dentro de una totalidad, contradictoria,
en un desarrollo desigual y combinado) tratando de eliminar los prejuicios.
Es momento de retomar la lucha contra la represión y la
militarización, desarmados o armados, es momento de fomentar la
autoorganización. Una propuesta política concreta es manifestarse contra la
represión y militarización que se está sucediendo en estos momentos en
Michoacán, repudiar dicha acción totalmente…
… favorecer y promover la autoorganización del pueblo en
todos los aspectos hasta que se generen condiciones de doble poder; defender y
trabajar con el sector más pauperizado (proletarizado) y radical de las
autodefensas y policías comunitarias; y una manera de hacerlo es luchar por la
libertad de Nestora Salgado y el resto policías comunitarios encarcelados por
el gobierno federal, para así entablar un vínculo con una clase social también
potencialmente insurgente (campesinos e indígenas pobres y proletarizados). A
la marcha se ha dicho.
[1]Posición ante la violencia. Triple Alianza (La Gota, Doble Resisstencia,
Liga Socialista Revolucionaria); 10 de marzo del 2010.
No hay comentarios:
Publicar un comentario