martes, 11 de febrero de 2014

Las autodefensas mexicanas, una cuestión de vida o muerte...

Grupos de autodefensa de Michoacán desarmando policías


México se parece a un “Estado Fallido”, donde el poder político actúa como salvaguarda de los bancos y empresas yankis, que acrecientan sus fortunas mediante el lavado de dinero de las drogas, proveniente del mercado estadounidense, principal consumidor de estupefacientes del mundo.

Transformado en un paraíso de mano de obra barata desde mediados de los 80, casi el 70 % de su clase obrera trabaja en condiciones de precariedad, con jornadas extenuantes de 12 y 16 horas, sin derechos básicos como seguridad social, vacaciones o aguinaldo; mientras que más de 12 millones reciben sueldos inferiores al salario mínimo legal.

El avance de las multinacionales de los agronegocios provocó la ruina de los pequeños y medianos productores y la expulsión de enormes contingentes rurales hacia las metrópolis, contribuyendo al crecimiento -sin precedentes- del ejército de desocupados.

En este marco, el pueblo viene siendo azotado por las tropas del ejército, sicarios, bandas paramilitares, agentes de la DEA y de la CIA, que cuentan con zonas liberadas para aterrorizar a la clase obrera y el campesinado asesinando a miles de luchadores.

Por esto, luego de sufrir más de una década de torturas, secuestros y vejámenes -la cifra de muertos y desaparecidos supera los 150 mil- varios pueblos se han levantado en armas, formando "autodefensas", un proceso que empalma con las "policías comunitarias", que comenzaron en la década del 90.  

Sólo en Michoacán existirían más de 40 mil hombres y mujeres armados, quienes han tomado el control de decenas de poblaciones. Grupos de “Ejidatarios, cortadores de limón, gente de trabajo y del pueblo que hacemos esto porque estamos cansados del crimen organizado". (Estanislao Beltrán, vocero de las autodefensas a la agencia AP)

Las autodefensas, que están constituidas por distintos sectores -desde los trabajadores más pobres hasta sectores medios y altos del campo- impulsan la formación de Consejos de Ciudadanos, elegidos mediante "reuniones" o "asambleas" populares, mientras que los grupos armados están compuestos por voluntarios que no cobran sueldo.

La reacción del Gobierno.

Al principio el gobierno trató de desarmar a las autodefensas mediante el ejército, pero tuvo que retroceder debido la combatividad de los trabajadores y el pueblo de Michoacán, que no confían en los militares, a quienes acusan de formar parte del narcotráfico.

Luego intentaron desacreditarlas, utilizando los medios masivos de difusión para largar versiones que acusaban a los capos de los grupos mafiosos opuestos a los “Caballeros Templarios” de estar detrás de la organización y provisión de armas.

Como estos nuevos planes tampoco sirvieron, acaban de proponen la “integración” de las autodefensas a las policías municipales y de decretar la necesidad de registrar a sus miembros y a sus armas.

¡No obstante esta maniobra, cuyo objetivo es contar con la nómina de los insurrectos -para atacarlos y encarcelarlos más adelante- también está fracasando, ya que la mayoría se niega a registrarse y a entregar las armas de guerra!

A pesar de todos los intentos gubernamentales continúan surgiendo estos embriones de milicias populares, que siguen ocupando poblaciones, desarmando y ejecutando narcos.

Más allá de su carácter policlasista y los límites de sus dirigentes, la izquierda debe ubicarse junto a las autodefensas, que enfrentan a una de las patas más siniestras del plan de ajuste y saqueo de Peña Nieto -el narco negocio- sostenido por el imperialismo y la columna vertebral del estado capitalista, que es el ejército.

Desde ese lugar los socialistas deben disputar su conducción política, proponiéndole a la clase obrera que coordine sus reclamos con las demandas de los pobladores de Michoacán y de otros distritos levantados en armas mediante la Huelga General contra Peña Nieto y sus planes!

La izquierda debe postularse como alternativa de dirección, planteando la necesidad del programa socialista y del gobierno de los trabajadores y el pueblo, apoyado en sus órganos democráticos de decisión y las milicias obreras y campesinas. 

Una verdadera guerra contra los trabajadores

En 1º de Mayo 2006 se produjo una gran huelga general en los Estados Unidos, protagonizada por los trabajadores inmigrantes, buena parte de ellos mexicanos. Este movimiento de los indocumentados empalmó con la resistencia obrera -que en esa época y en todo el planeta- comenzaba a desplegarse en contra de las formas más extremas de precarización laboral.

Una pelea -hoy en día mucho más avanzada- que están realizando los trabajadores chinos, pakistaníes, indonesios, de la India, etc. y que en Centroamérica y México llevan adelante los obreros de las maquilas (fábricas con trabajo prácticamente esclavo, que tuvieron su auge a partir de 1994, luego de la firma del Tratado de Libre Comercio entre EE.UU. y México).

En ese contexto, más de 3 millones de mejicanos se movilizaron contra el fraude que llevó a la presidencia al conservador Felipe Calderón; por eso no es casualidad que a pocos días de asumir, en 20006, éste haya declarado “la guerra contra el narcotráfico”.

Guerra, que en realidad se llevó adelante contra los trabajadores y el pueblo pobre, producto de la cual -durante seis años que duró su mandato- fueron asesinados más de 130 mil personas y, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el Sistema Nacional de Seguridad Pública- más de 300.000 permanecen en calidad de desaparecidas

Es que, en realidad, esta ofensiva gubernamental no fue planificada para acabar con los narcos, sino para enfrentar esta resistencia de los sectores más explotados de la población, mediante una política de terrorismo de estado, coordinada con las bandas mafiosas más violentas, que trafican drogas y mujeres.

Por eso, mientras las autodefensas están tratando de ocupar el bastión de los “Caballeros Templarios” -la ciudad de Apatzingán de 125.000 habitantes- esta localidad fue invadida por tropas del ejército, que están allí para evitar que los grupos armados por el pueblo cumplan con sus objetivos.

Tan descarada es la política del gobierno, que dos días antes de la presencia de Peña Nieto en Apatzingán, se realizó un multitudinario recital en un predio cedido por el gobierno, donde actuaron grupos musicales que cultivan el género del “narco corrido” -como “Komander” o “Los de la A”- quienes declararon abiertamente su adhesión a los Caballeros Templarios.

El pueblo en armas

Actualmente existen grupos de autodefensa o policías comunitarias en al menos 11 entidades de la república mexicana, es decir, en al menos 106 municipios de ese país, los cuales ocupan el 5.11% del área total de México.

De estos municipios aproximadamente el 77% de ellos se encuentran en tres entidades, Michoacán, Guerrero y Chiapas, mientras que el resto de los casos se distribuyen en una frecuencia muy baja entre Colima, Chihuahua, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tlaxcala y Veracruz. La mayor parte de estos municipios tienen una vocación rural.

En Michoacán las autodefensas controlan la quinta parte del estado y parecen contar con al menos 25000 personas armadas. Una encuesta revela que el 58% de la población de Michoacán avala a las autodefensas.

Reciben apoyo monetariamente, con gasolina y animales (vacas), de parte de pequeños y medianos ganaderos y empresarios de la región. El armamento lo obtienen, esencialmente, como trofeos de guerra que les quitan a los Caballeros Templarios (grupo de narcotraficantes) que matan.

Varios de sus integrantes son migrantes que llegaron a vivir en Estados Unidos y han decidido regresar, quedarse y luchar contra el crimen organizado para defender a sus familias y comunidad. Pero no sólo los hombres integran a las autodefensas, también las mujeres forman parte de las mismas en distintas localidades.

En Guerrero las policías comunitarias reciben el apoyo por parte de la población a través de aportes voluntarios de $200.- o $300.- pesos, lo cual hacen con gusto, comparando que antes tenían que pagar cuotas al crimen organizado de $1,000.- o $2,000.- pesos.

Según dirigentes de las policías comunitarias, en este estado han logrado resolver el problema de la delincuencia en un 90%, y ratifica que si no han logrado el 100% es debido a que las autoridades protegen a los delincuentes. Así mismo, ellas fundamentan su accionar en la constitución mexicana (artículo 39, “El pueblo tiene el inalienable derecho de modificar o cambiar su gobierno”).


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