Desde que el Capitalismo dejó de crecer comenzaron a desarrollarse
las posibilidades de reemplazarlo por un sistema mucho más democrático y
eficiente -el Socialismo- asentado en los organismos democráticos y militares
de la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Esta tendencia dio su primer paso en 1871 con la toma del poder de
los obreros de París, que pusieron en pie el “Consejo de la Comuna ”, una asamblea
popular en la cual participaban representantes elegidos por el pueblo: anarquistas,
blanquistas, socialistas, e incluso algunos burgueses, que luego se retirarían.
La burguesía aplastó esta experiencia para borrarla de la conciencia
obrera. Sin embargo los trabajadores no tardaron en construir organismos
parecidos, como sucedió en la revolución rusa de 1905 con los soviets, que
terminaron transformándose en los pilares del gobierno bolchevique del 17.
Nuevamente la contrarrevolución se propuso borrar del mapa cualquier
prueba de la capacidad que tienen las masas para autodeterminarse. La
burocracia de Stalin y el PC eliminó la democracia obrera en la URSS y en la mayoría de los
sindicatos del mundo controlados por los stalinistas.
Gracias a los Partidos Comunistas traidores los imperialistas
tuvieron durante más de 60 años a un socio confiable que abortó decenas
revoluciones o las estranguló desde adentro. Durante todo ese tiempo las masas
carecieron de un partido revolucionario y de organismos de democracia obrera.
Trotsky fundó la Cuarta Internacional para impulsar la “Revolución
Política” en los ex estados “socialistas” y las organizaciones obreras, un
objetivo que no era otro que el de recuperar las asambleas democráticas y los
soviets.
El proceso de la Revolución Política comenzó en los países
gobernados por el stalinismo y se extendió a la clase trabajadora mundial que
protagonizó la rebelión alemana de los 50, la “Revolución de los Consejos” de
Hungría del 56, la “Primavera de Praga” del 68 y decenas de insurrecciones.
El salto de calidad sucedió en los 90 con las luchas obreras que
hicieron añicos al aparato comunista internacional. A pesar de que no se llegó
a tiempo para recuperar la economía estatal planificada, el debilitamiento de
la burocracia abrió las puertas para la democratización de las organizaciones
proletarias de todo el mundo.
De esa manera reaparecieron las asambleas de base y organismos
similares a los de la Comuna
de París, los soviets o los consejos húngaros, por ejemplo las asambleas
populares y milicias del Kurdistán, que eligen, controlan y revocan a sus
funcionarios y comandantes.
La primera revolución del siglo
La derrota del ejército sionista en la Franja de Gaza envalentonó
a los trabajadores y los pueblos del mundo, que salieron a pelear con fiereza
por sus reivindicaciones más sentidas y contra sus respectivos gobiernos:
Los catalanes y escoceses que votaron por la autodeterminación, los
chinos de Hong Kong que se enfrentan con la policía, los negros de EE.UU. que
ganaron las calles nuevamente, los campesinos de México que organizan las
autodefensas o los milicianos de Lugansk y Donest que combaten a los fascistas
ucranianos, son algunos ejemplos de esta tendencia.
Como parte de este
proceso revolucionario están los/as guerrilleros/as de YPG e YPJ, que son la dirección de una revolución que combate al gobierno bonapartista y asesino de Erdogan, quien declaró que “impedirá la autonomía” de
Rojava y cualquier posibilidad de que ese tipo de experiencias se extienda
dentro de Turquía, como está sucediendo en Cizre y otras localidades donde miles
de jóvenes kurdos se enfrentan cotidianamente con la policía del régimen.
La revolución tiene un contenido socialista, porque el pueblo
gobierna a través de comunas o asambleas populares donde elije y revoca a sus
funcionarios, que deben dar cuenta de sus actos regularmente.
La Constitución de Rojava considera a los grandes medios de
producción y las tierras como “bienes públicos” y garantiza la separación de
las religiones del Estado, el respeto entre todas las etnias y el aprendizaje
de la lengua kurdi, prohibida y perseguida por el régimen durante años.
Allí también se está produciendo la revolución de las mujeres, que
están al frente del combate contra el sistema capitalista que las explota y el
machismo patriarcal que las oprime mediante sus propias milicias de
autodefensa, policías y tribunales de género.
¡Por la extensión de la Revolución de Rojava!
Desde la
Corriente Revolucionaria Internacional tenemos importantes
diferencias con la conducción política del pueblo kurdo, encarnada por su
máximo líder Abdullah Ocallan y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán o
PKK.
No acordamos por ejemplo, con la orientación del PKK de impulsar
“diálogos de paz” con el asesino del pueblo kurdo -el presidente Erdogan- porque
estamos convencidos de que la mejor manera de defender la autodeterminación es
derrotar al régimen burgués turco convocando a las masas a seguir el camino de
Rojava.
Tampoco coincidimos con la revisión del marxismo leninismo que viene
realizando la dirección del PKK desde hace muchos años, un proceso que la llevó
a definir que la clase trabajadora ha dejado de ser el sujeto prioritario de la
revolución socialista.
Esta conclusión impulsó al PKK a organizar un frente electoral en
Turquía -el HDP- que en vez de plantearse la lucha por un gobierno como el que
está construyendo el pueblo de Rojava, solo se plantea la “recuperación o
profundización” de la democracia capitalista.
Otra polémica se expresa en relación a la
política en Síria, como un todo. Hay que dejar claro que como Erdogan, y más
aún que el ISIS, el genocida Assad és el principal enemigo de los kurdos y de
los pueblos en toda región.
El combate consecuente contra el imperialismo significa el combate implacable contra la intervención de los EE.UU. o dela OTAN , de los cuales Assad es
el representante local.
El combate consecuente contra el imperialismo significa el combate implacable contra la intervención de los EE.UU. o de
Sin embargo, estas diferencias y otras no pueden hacernos caer en
posturas sectarias, como sucede con la mayoría de la izquierda, que se niega a
movilizarse por el triunfo de las milicias que están enfrentando las bandas
mercenarias del ISIS o Estado Islámico, y también
pelean -o deben ser impulsadas a pelear- contra Erdogan, Assad y demás gobiernos burgueses de la
región.
La victoria de los guerrilleros y guerrilleras de Kurdistán puede constituir la consolidación del régimen de
“democracia directa” que está aplicándose en los cantones de Afrin, Kobane,
Cesire y Sinjar donde el pueblo discute y resuelve todo desde las bases y
defiende lo resuelto mediante milicias y jurados populares.
Ni qué hablar lo que sucederá con la lucha por la liberación de las
mujeres de todo el Medio Oriente, envalentonadas por las guerrilleras de YPJ,
que están combatiendo al ISIS con sus propias milicias y gobernando Rojava en
pie de igualdad con los hombres.
Un triunfo de la lucha contra la opresión nacional y de género
constituirá un paso fenomenal hacia la revolución socialista, ya que la
liberación nacional y de las mujeres son dos de sus tareas fundamentales.
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