El martes 7 de abril se realizó en el palacio Saadabad de
Teherán un encuentro entre dos jefes de estado “enemigos”, el
presidente de Turquía -Erdogan- y el de Irán -Rouhani-, cuyos gobiernos apoyan
bandos opuestos en los conflictos más duros que están teniendo lugar en Medio
Oriente.
El gobierno turco ha jugado un papel central en el armado del Estado Islámico y de sectores del “Ejército Libre de Siria”, que
combaten a las fuerzas de Bashar Al Assad, mientras que las milicias proiraníes
de Hezbollah están peleando codo a codo con las fuerzas armadas de Bashar Al
Assad.
Algo parecido sucede en Yemen, donde Turquía apoya a la
“Coalición” de países petroleros que bombardean el territorio de ese país para derrotar un proceso insurreccional en curso y a los rebeldes chiitas -houties-, que cuentan con el
apoyo del régimen de los ayatollahs iraníes.
Más allá de que ambos presidentes se hayan referido a estos conflictos, intentando mediar o ganar terreno, la verdadera razón del encuentro entre Rouhani y Erdogan fue
ponerse en sintonía con el Pacto que vienen de firmar los integrantes del Grupo
5+1 con Teherán, cuyo objetivo no es otro que el de “estabilizar” Medio Oriente para mantener los negocios de los monopolios petroleros.
Las burguesías de estos dos países están de acuerdo en implementar
esta política, que en los hechos pasa por aplastar a las masas insurrectas y los
conflictos obreros, populares o nacionales que está cuestionando el manejo de sus
respectivos estados y negocios. En ese sentido, tanto Irán como Turquía, tienen
un problema en común: la insurgencia kurda liderada por el PKK.
Por esa razón no es casualidad que a pocos días del Pacto
Obama e Irán y de la reunión Erdogan Rouhani el ejército turco haya
emprendido una feroz ofensiva contra la guerrilla del PKK en la provincia de Ağrı,
cerca de la frontera iraní, asesinando a cinco combatientes kurdos de esa
organización, hirieron a varios y apresaron a otros.
El motivo de esta escalada militar ha sido -de acuerdo a
versiones del gobierno turco- “impedir la presión de la guerrilla para obligar a los pobladores a votar a los candidatos apoyados por el PKK en las próximas
elecciones presidenciales de junio…” ¡Una provocación en regla al servicio de preparar y justificar
una ofensiva mayor en contra del conjunto de las organizaciones kurdas!
Es que después del triunfo de las YPG e YPJ en Kobane, tras
semanas de asedio por parte del Estado Islámico, la influencia del PKK
ha ganado un enorme terreno dentro de los territorios de Turquía, Siria, Irak e
Irán, transformándose en una verdadera amenaza para sus respectivas burguesías y para el imperialismo que las sostiene.
Los gobiernos de Medio Oriente, EE.UU., China, Rusia y
Europa continuarán disputándose espacios de poder en esa región a través de
guerras y todo tipo de conflictos. Sin embargo Obama los está tratando de
unificar para que emprendan una tarea en común, la de hacer retroceder el proceso revolucionario que tiene su epicentro en Rojava y que continúa ganando simpatía entre las masas.
Los revolucionarios tenemos que hacer lo mismo, aunque al
revés. Más allá de las diferencias que podamos tener con el PKK y sus aliados,
debemos solidarizarnos de manera unificada con las acciones que sus milicias están llevando
adelante en territorio sirio, turco, iraquí e iraní, defendiéndolos de los ataques militares de cada uno de los estados de estos países.
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