sábado, 11 de abril de 2015

Obama y Castro contra la revolución.

Los acuerdos de Obama con Cuba e Irán
Reedición de dos notas escritas varias semanas atrás en nuestro periódico, El Trabajador.

Los yankys están enfrentando un contexto mundial de crisis, luchas e insurrecciones sin aliados capaces de traicionar eficientemente las luchas, como fueron los dirigentes de los partidos comunistas oficiales, que reventaron desde adentro infinidad de revoluciones.

Por eso, mientras arman intervenciones militares y bandas fascistas, están cerrando acuerdos con dos sectores que aún cuentan con cierto prestigio entre la vanguardia y las masas para desviar las luchas: el castrismo y los chiitas de Irán.

A los primeros los necesita para cerrar el proceso que se abrió con las autodefensas mexicanas y amenaza con extenderse por todo el continente americano, mientras que a los otros para echarle agua al incendio más grande de todos: el de Medio Oriente, que tiene a su vanguardia al pueblo kurdo. 

“Aún fresca su victoria en la reelección de 2012, el presidente Barack Obama convocó a sus principales asesores y les pidió que “pensaran en grande” sobre una agenda para su segundo mandato, incluyendo las posibilidades de conversaciones con viejos enemigos de Estados Unidos, como Irán y Cuba.” (Clarín, 21/12/14)

“Dos años más tarde, después de una diplomacia secreta y minuciosa en pistas separadas, aunque sorprendentemente similares, los esfuerzos con Teherán y La Habana están en pleno apogeo.” (Clarín, 21/12/14)

Los iraníes, que están negociando un acuerdo nuclear con los yankys, están abriendo su economía al ingreso de capitales imperialistas, facilitándoles la instalación de “zonas francas” a través de las cuales podrán saquear los recursos sin controles e impuestos. 

EE.UU. les retribuyó estas concesiones cediéndoles la conducción, en los hechos, del gobierno de Irak, lugar en donde los generales iraníes ya están al frente de las tropas que combaten contra el Estado Islámico.

Desde CS defenderemos a Cuba, Irán y otros países coloniales de cualquier ataque militar de Estados Unidos u otros imperialismos, pero nunca en nombre de la defensa del carácter “socialista” o “antiimperialista” de estos estados y, mucho menos de sus direcciones contrarrevolucionarias. 

Mientras tanto incentivaremos la lucha por la construcción de verdaderas revoluciones que expropien a la burguesía y construyan el Socialismo en esos países, como parte de la Revolución Internacional que se necesita para terminar con esta crisis capitalista terminal.

Obama y Castro contra la Revolución

Obama anunció “el fin de una política hacia Cuba, que es obsoleta y ha fracasado…” Horas antes de su discurso Cuba liberó a Alan Gross, detenido por espionaje y la Casa Blanca a 3 cubanos que permanecían encarcelados desde 1998.

No dejamos de alegrarnos por la liberación de los cubanos injustamente presos en EE.UU., pero opinamos que el acuerdo no es progresivo, tanto desde el punto de vista económico como en sus aspectos más políticos.

De aquí en más se profundizará el dominio de las multinacionales en la isla, que hace rato cayó en las garras del capitalismo, ya que dejó de existir el monopolio estatal del comercio exterior y la planificación centralizada.

 “Dentro de la comunidad emigrada existe una normalización en curso desde hace muchos años: Envían remesas, viajan a la isla, buscan negocios en la isla.” (Deutsche Welle, diario alemán del 19/12)

Lo mismo sucede para muchos empresarios yanquis, que venían reclamándole a Obama por no poder competir con europeos y asiáticos. ¡Mientras tanto las acciones de las empresas instaladas en Cuba se dispararon debido a lo anunciado por los presidentes de Cuba y EE.UU.!

Por esto el presidente de la Cámara de Comercio yanky -Thomas Donohue- que recientemente visitó la isla, dijo que “la comunidad empresarial de EE.UU. le daba la bienvenida al anuncio”.

Existen datos que ratifican el curso capitalista de la economía cubana, por ejemplo la “Ley de Inversiones Extranjeras” de 1995, que creó "empresas mixtas", administradas por el capital extranjero, que comenzaron con el turismo y se ampliaron a productos farmacéuticos y petróleo.

También se eliminó el monopolio estatal del comercio exterior, ya que las empresas estatales y las mixtas están en condiciones de negociar libremente sus exportaciones e importaciones. En ese marco el dólar se transformó, en los hechos, en la moneda efectiva de Cuba.

Se privatizó la producción y comercialización de caña de azúcar mediante "unidades básicas de producción cooperativa" -80% del área cultivada- cuyos miembros no tienen la propiedad de la tierra, pero sí la capacidad de repartirse las ganancias. En 1994, comenzaron a funcionar los "mercados agropecuarios libres" con precios determinados por el mercado.

A partir de estas medidas la economía dejó de funcionar alrededor de la planificación estatal y pasó a hacerlo -aunque de modo distorsionado y contradictoria con el “relato” oficial- alrededor de las leyes de la ganancia y el mercado.

Numerosas empresas, especialmente españolas, italianas y canadienses tienen a la cúpula castrista como socia de sus negocios, que les garantiza una alta tasa de rentabilidad. Los funcionarios, a su vez, se enriquecen junto a ellas a través de su participación en las empresas estatales y mixtas.

La aprobación, este año -por parte Asamblea Nacional de Cuba- de una legislación que libera el ingreso de capitales extranjeros, dándole facilidades impositivas y garantías legales, confirma esto.

Algunas de las ventajas ofrecidas por la legislación: Se exime a las compañías extranjeras del impuesto sobre utilidades durante ocho años. Después comenzarán a pagar una tasa de 15 %, pero serán liberadas del pago si reinvierten sus ganancias.

La ley garantiza “plena protección y seguridad al inversionista, que no podrá ser expropiado, salvo por motivos de utilidad pública o interés social”, mediante indemnización.

Junto a esto, Raúl Castro está abriendo una enorme “zona franca” en el puerto de Mariel, financiada por el gobierno brasileño con un costo de 1.000 millones de dólares para desarrollar la ruta comercial entre Asia y EE.UU.

Como la otra cara de este plan, continúan deteriorándose las conquistas de la revolución en salud, educación, empleo, libreta de suministros; y produciéndose el despido de cientos de miles de empleados estatales, condenados a sobrevivir como cuentapropistas.

En Cuba hace falta una Revolución verdaderamente Socialista, que apoyándose en nuevos organismos democráticos de la clase trabajadora, expropie a los capitalistas, distribuya equitativamente las riquezas, liquide los privilegios de la burocracia y continúe la enseñanza principal del: ¡Extendiendo la Revolución internacionalmente!

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