Movilización por Hasan -pibe asesinado por la policía- en medio de las barricadas construidas para enfrentar la represión. |
Copiado de https://comitesolidaridadrojava.wordpress.com
(Comité Solidaridad de Madrid)
Se han excavado trincheras en Cizre. De varios metros de
ancho y protegidas con montículos de tierra y material de construcción,
aparecieron bloqueando las carreteras en este enclave kurdo en el sureste de
Turquía después de que Ankara lanzara, en julio, una campaña aérea intensiva
contra el prohibido Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Los niños juegan en ellas durante las horas diurnas. Pero
por la noche, cuando la policía se acerca, están patrulladas por grupos de
jóvenes armados, quienes tratan de repeler estas incursiones mediante feroces
enfrentamientos que han dejado al menos un muerto y numerosos heridos.
Cizre ha pasado años al margen de la guerra. La anodina
ciudad de algo más de 100.000 habitantes se encuentra a orillas del río Tigris,
a unos 48 kilómetros
del punto dónde Turquía lidia con el conflicto que devasta Siria e Irak, y
dónde la violencia se extravía con regularidad a través de las fronteras
nacionales.
Ahora, el ciclo de ataques aéreos y los ataques del PKK
renovados contra las tropas turcas amenazan con un retorno a las tres décadas
de lucha entre las dos partes que se ha cobrado más de 40.000 vidas. Y aquí los
residentes se sienten como si fueran el epicentro de la contienda.
“Hay un dicho, ‘si hay paz, comenzará en Cizre, y si hay
guerra, comenzará aquí también'”, dijo la co-alcaldesa de la ciudad Leyla
Imret, de 28 años, a VICE News recientemente. “Y ya podemos decir que tenemos
una guerra civil en Turquía”.
Imret, cuyo padre fue asesinado por las fuerzas de seguridad
cuando tenía cinco años y creció en Alemania, describe su barrio como un
epicentro de resistencia contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su
Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP).
Es obvio, incluso sin las trincheras. Las paredes grises de
la ciudad están grafiteadas con las siglas de grupos combatientes kurdos: el
PKK, la organización que agrupa en la Unión de Comunidades Kurdas (KCK),
la rama juvenil del YDG-H, la franquicia siria de las YPG-YPJ, y con el
apelativo “Apo”: una referencia al fundador del PKK y aún líder, Abdullah
Ocalan.
La presencia de la policía en la ciudad es mínima, a pesar
de que las autoridades piden refuerzos de los alrededores y las patrullas
se llevan a cabo en convoyes de vehículos blindados.
Los ataques aéreos comenzaron el 24 de julio después de que
el PKK matara a dos agentes de policía en represalia por un atentado suicida en
la ciudad fronteriza de Suruç, que dejó a 33 activistas pro-kurdos muertos.
El atacante fue entrenado por el llamado Estado Islámico
(EI), pero los kurdos culparon a las fuerzas de seguridad turcas de laxitud y
de estar confabuladas con el grupo y afirmó que los oficiales asesinados
habían estado trabajando con los yihadistas.
Los ataques del gobierno turco son parte de una dual “guerra
contra el terror”, que asegura que está centrada tanto en el PKK como en EI,
pero que hasta ahora se ha concentrado, casi exclusivamente, en los
combatientes kurdos.
Desde entonces, este grupo, que Turquía y los EE.UU.
ven como a una organización terrorista debido a su historia de ataques contra
objetivos civiles y militares, ha lanzado una serie de ataques contra objetivos
militares y policiales, matando a varios de sus efectivos.
La paz y la guerra en Cizre
La historia de Cizre de agitación y apoyo al PKK se remonta
a décadas. Durante los peores años de la insurgencia, en la década de 1990,
decenas de personas murieron en las frecuentes luchas callejeras.
Un acuerdo de alto el fuego en 2013 trajo una paz frágil al
sureste de mayoría kurda en Turquía y concedió más derechos a una población
largamente sometida a las restricciones en el uso de su propia lengua y en sus
prácticas culturales. Pero Cizre fue uno de los puntos dónde las grietas en el
proceso de paz se mostraron primero.
Cuando Estado Islámico pretendía capturar el enclave
fronterizo sirio-kurdo de Kobane a lasYPG en octubre mientras Ankara miraba,
aparentemente poco dispuesta a ayudar, los kurdos de Turquía estallaron.
Los enfrentamientos entre los partidarios de las YPG y,
el islamista y kurdo Partido de la Causa Libre (Hüda-Par) y las fuerzas de
seguridad mataron al menos a 35.
El YDG-H posteriormente proclamó la autonomía en Cizre,
excavó trincheras y estableció puestos de control en busca coches y gente desde
la noche hasta el amanecer. Las tensiones aumentaron de nuevo en invierno,
cuando un grupo de jóvenes murieron en combates, entre ellos dos niños — Umit
Kurt, de 14, y Nihat Kazanhan, de 12 —, que al parecer perecieron a manos de la
policía en enero.
Posteriormente, Ocalan llamó a la calma a Cizre en una
misiva ampliamente vista como un toque de atención al ala juvenil, YDG-H. Estos
se echaron atrás y desmantelaron las fortificaciones.
Para el grupo es fácil el reclutamiento entre la población
empobrecida debido a las pocas oportunidades de empleo y la mano dura policial
que golpea a muchos jóvenes por sus presuntos vínculos con el KCK, allanando,
en el proceso, el camino hacia la militancia en el grupo.
Los jóvenes revolucionarios
Un joven de 18 años de edad, que pidió que se le presentara
bajo el seudónimo de “Shorishger [revolucionario] Botan” llevó a VICE News
en una patrulla nocturna por un barrio de Cizre del que su grupo era
responsable.
El grupo de adolescentes enmascarados, calzando zapatillas
multicolores y con pistolas metidas en sus pantalones recorrió su camino por
los callejones mal iluminados, y llenos de agujeros de bala, turnándose para
lanzarse a través de los callejones en los que la policía puede usar sus
armas y saltando por los tejados con un sistema de escaleras improvisadas que
les permiten llegar a los puntos de observación.
Algunos estaban tensos, pues un gran número de fuerzas de
seguridad habían intentado entrar en el distrito por múltiples rutas varias
noches antes, dando lugar a intensos combates que dejaron a varios de ellos
heridos.
No hubo repetición de la ofensiva masiva esa noche, pero los
disparos esporádicos continuaron hasta las primeras horas de la mañana y la
policía, en varias ocasiones, disparó gases lacrimógenos en el vecindario.
Botan dijo que en su grupo se turnaron para observar las
rutas de entrada, tanto de día como de noche. Señaló con orgullo las
fortificaciones defensivas, y dijo que habían sido excavadas con una de sus
excavadoras, para volver a ser excavadas cuando la policía intentó taparlas, y
re-excavadas de nuevo.
Fueron lo suficientemente grandes como para no permitir a
vehículos blindados entrar, pero el pie o menos de espacio libre a cada lado
permitió a los residentes locales sortearlos, corriendo o en moto.
Destacó los “equipos” de su grupo, organizados en diferentes
roles, incluyendo el suministro y el uso de diferentes armas, tales como
piedras y cócteles molotov.
“Tenemos piedras, bombas incendiarias, fuegos artificiales
y también armas”, dijo. “Cuando las cosas se ponen tensas los chicos
armados intervienen. Todo el mundo tiene una responsabilidad”.
El sentimiento de resistencia masiva va mucho más allá de la
juventud. La mayoría de los residentes la ven necesaria para detener la
represión contra los kurdos que la perciben caracterizada por las detenciones
masivas de jóvenes y la extrema brutalidad policial.
La mayoría que perdió Erdogan y su venganza
La represión, dicen, es su venganza. En las elecciones
generales del 7 de junio de Turquía, el pro-kurdo Partido Democrático de los
Pueblos (HDP) superó el umbral de voto del 10 por ciento necesario para
garantizar a esta comunidad una presencia parlamentaria por primera vez.
Al hacerlo, se bloquearon las ambiciones de Erdogan de
asegurar un “súper mayoría” para el AKP, que a su vez le permitiría modificar
la constitución y ampliar enormemente sus propios poderes.
Desde los ataques aéreos, el presidente también ha hecho un
llamamiento para que los miembros del HDP sean despojados de la inmunidad
parlamentaria, acusándolos de tener vínculos con el PKK.
Cientos de personas, entre ellas miembros del HDP y del
Partido Democrático de las Regiones (BDP) han sido detenidos por cargos
similares.
“Todo el mundo está cavando trincheras. Antes los jóvenes
eran los objetivos, pero ahora todo el mundo en su casa es una diana para la
policía”, asegura Mesut Nar a VICE News, copresidente local del DBP en oficinas
del partido en Cizre.
Mientras hablábamos, informaciones de un ataque aéreo turco
en el pueblo de Zergele, en las montañas de Qandil, en el que murieron ocho
civiles aparecieron en un televisor montado en la pared.
Hombres mayores bigotudos negaron con la cabeza y
chasquearon la lengua ante las imágenes en bucle de cuerpos envueltos en mantas
siendo apartados de los escombros de las casas.
Trincheras, barricadas y poder popular
Un hombre de 38 años de edad, quien pidió que se le
identificara como “Rebar Cudi” porque acababa de ser liberado de una pena de
cárcel debido a sus actividades políticas, mostró a VICE News los alrededores
de la ciudad durante el día.
Dijo que las trincheras y barricadas eran necesarias para
detener las olas de arrestos, y agregó que fueron construidas por grupos de
gente tan pronto como comenzaron los ataques aéreos y las detenciones.
“Cuando hay pequeños incidentes esto no ocurre, pero cuando
sabemos que una política gubernamental implica un ataque sistemático contra
nuestro pueblo, tomamos precauciones”.
La policía se está adaptando a las defensas, añadió, y van a
refugio de excavadoras armadas. Una de estas había sido utilizada la noche
anterior con el fin de llegar a un camino bloqueado a través de dos paredes de
un recinto de una fábrica.
“Al igual que los ataques aéreos, las incursiones en la
calle se realizan de noche para ejercer presión psicológica”, dijo. “Este es el
precio del 13 por ciento [el porcentaje de voto del HDP]… Ellos [el AKP] están
vengándose del HDP”.
La última víctima de la violencia fue Hasan Nerse, de 17
años, que al parecer fue muerto a tiros por la policía el 29 de julio. Fotos
circularon mostrando su cuerpo ensangrentado, horas después.
Vestía ropajes tradicionales y fue aparentemente ejecutado
sumariamente: tenía las manos esposadas a su espalda, una herida de bala en la
pierna y varias en el pecho.
Las circunstancias exactas de la muerte de Nerse no están
claras.
Sus familiares dicen que él y algunos amigos habían ido a la
ciudad por un helado alrededor de la medianoche. En algún momento, el coche se
desvió para evitar un control de carretera de la policía, lo que provocó una
persecución corta antes de que los chicos se estrellaran y trataran de escapar
a pie, mientras la policía disparaba sobre ellos.
Nerse fue alcanzado en el muslo y arrestado mientras
sus compañeros escaparon. Los resultados de la autopsia aún no han sido
mostrados a sus familiares y abogados.
En la carretera de doble carril donde murió, agujeros de
bala disparados desde al menos dos posiciones diferentes impactaron contra
escaparates y dejaron cicatrices en una pared adyacente.
Las calles estaban tranquilas y los comercios cerrados
cuando esto sucedió. Los residentes reportaron haber oído los disparos, pero la
mayoría se puso a cubierto en vez de investigar más a fondo.
En un edificio de enfrente, un adolescente dijo a VICE News
que había oído gritos de que alguien estaba herido y trató de salir a la calle,
pero rápidamente se retiró cuando los agentes apuntaron sus armas hacia él.
Luego, la policía detuvo los vehículos con el fin de ocultar
la escena, asegura. Después, él afirma haber escuchado repetidas órdenes para
que alguien pusiera las manos en alto. Otro hombre mostró a VICE News un vídeo
grabado con el móvil que dijo que había tomado desde un balcón.
En este, a un hombre joven, que dice que es Nerse, se le
puede ver la cara esposado en la calle entre los vehículos de policía, todavía
consciente y en movimiento. Este hombre también explicó que los vehículos se
trasladaron para que no se viera la escena.
Otro testigo, que también habría estado cerca del escenario
de los hechos en el segundo piso de un apartamento, contó a VICE News una
versión similar. “La gente decía que alguien estaba herido, pero a cualquiera
que sacara la cabeza fuera de la ventana ellos [la policía] le lanzaban gases
lacrimógenos a…
Ellos [la policía] gritaban ‘¿Qué tienes en tu mano?’ y le
hacían preguntas como ‘¿Quiénes son las personas que estaban contigo?’… pero no
quiso dar los nombres de sus amigos”.
Nerse, un joven kurdo como otros
Nerse provenía de una familia típicamente numerosa,
con sus padres aún vivos y con cuatro hermanos y dos hermanas. Un pariente
cercano, que pidió no ser identificado, habló con VICE News en el tercer día de
su funeral en la mezquita central de Cizre.
Sentado en medio de un grupo de hombres de mediana edad
intercambiando sorbos de agua y té con azúcar, y abanicándose con tiras de
cartón, describió a Hassan como a un buen estudiante de escuela secundaria que
era muy querido y estaba “obsesionado” con el fútbol y viajar, aunque no era
políticamente activo.
Más tarde, ese mismo día, un cortejo fúnebre partió de la
sede DBP, una ceremonia en la que asistieron familiares, funcionarios locales y
docenas de vecinos.
La multitud, encabezada por miembros de la familia, con un
cartel con la cara de Nerse junto a Ocalan, corearon consignas contra el
gobierno y se dirigieron a la mezquita, sorteando las barricadas y rodeando las
zanjas.
Hablando fuera de la mezquita, rodeada de otras mujeres de
la familia, la madre de Nerse, Emine, de 50 años, desafiante, tomó una foto de
su hijo envuelto en colores kurdos. “No era más que un niño que no tenía nada
que ver con la política”, dijo a VICE News.
“Sólo estaba usando ropa tradicional. Es nuestro traje, que
hemos estado usando desde hace cientos de años. Justo acababa de cenar cuando
se fue con sus amigos al mercado”.
Emine también entendió su muerte como el resultado de las
políticas anti-kurdas que perciben en el AKP. “Ellos [la policía] no
diferencian entre las mujeres, niños y adolescentes: acaban matando a todo el
mundo.
Lo que exigimos es solamente nuestros derechos, utilizar
nuestra lengua y que respeten nuestra identidad… Es lo que nuestro hijo quería
y lo qué todos los seres humanos quieren. No queremos guerra, queremos paz, y
una vida pacífica y ver a nuestros hijos crecer”.
¿La paz…?
Pero, inevitablemente, más hijos e hijas perderán sus vidas
en este período de disturbios actual. El HDP y otros grupos políticos están
haciendo un llamamiento a la paz, al igual que la co-alcalde Imret, lamentando
que los muertos eran víctimas inevitables del proceso político.
Erdogan dijo el mes pasado que la paz era “imposible” y
Zagros Hiwa, portavoz del KCK, dijo a VICE News que “una nueva era de lucha y
resistencia ha comenzado para los kurdos”. Y la violencia ha continuado en
Cizre casi todas las noches.
El viernes, asaltantes vinculados al PKK dispararon rifles y
granadas propulsadas por cohetes a un equipo de la policía que llegó a una de
sus trincheras, hiriendo a un oficial.
Unos días antes, Botan prometió que él y otros como él
lucharían hasta la muerte.
El YDG-H está formado por jóvenes radicales que crecieron en
el conflicto con el Estado. Pero tiene poco recorrido en el camino del
liderazgo formal y puede que no sean fáciles de controlar. “Habrá una guerra
civil en Turquía”, interviene otro joven enmascarado. “Vamos a ir pueblo por
pueblo”
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