Junto al pueblo kurdo, contra los ataques del estado turco,
la OTAN y Obama
El 28 de julio la OTAN se reunió por pedido de Turquía,
declarando que “la seguridad de la Alianza es indivisible” y que “el terrorismo
es una amenaza directa a la seguridad de los países miembros y a la estabilidad
y prosperidad internacionales”.
Inmediatamente después de este aval -otorgado por los
imperialistas europeos y yankys- el presidente turco Erdogan reforzó su
escalada guerrerista, amenazando con provocar un nuevo genocidio contra el
pueblo kurdo en la región del sur de Turquía y el norte de Siria.
Luego del atentado de Suruc, que significó la muerte de 32
jóvenes que iban a pasar a Kobane para ayudar en su reconstrucción, Erdogan se
valió de la excusa de “combatir a ISIS” para apuntar sus cañones a la región de
Rojava –norte sirio- liberado de ISIS por las milicias del Kurdistán.
Para eso movilizó más de 30 mil soldados, tanques y aviones
de guerra que empezaron a atacar ciudades y aldeas de las montañas del Kandil
en Irak y Rojava, masacrando a decenas de civiles y provocando la movilización y
el repudio del pueblo de esa zona.
Al mismo tiempo la policía y el ejército se encargaron de
arrestar masivamente a supuestos “terroristas”. Más de 1300 personas fueron
encarceladas, la mayoría de ellas -por lo menos 1000- fueron acusadas de apoyar
la causa kurda y a organizaciones de la izquierda turca.
Erdogan ataca a los kurdos para proteger a ISIS
¡La lucha de Erdogan contra ISIS es una verdadera patraña!
Lo que realmente pretende es aplastar el accionar de las milicias de
autodefensas y el PKK -Partido de los Trabajadores Kurdos- de manera de impedir
el avance de las únicas fuerzas que demostraron ser capaces de derrotar al Estado
Islámico.
Hace poco más de un año el mundo presenciaba aterrorizado el
avance arrollador del las bandas de mercenarios de ISIS, creada y financiadas por
las potencias occidentales, el estado de Israel, las monarquías árabes más
reaccionarias y el estado turco, que aportó más de 2000 oficiales de sus
fuerzas armadas
Ciudades y pueblos de Irak y Siria caían bajo el control de
estas patotas fascistas, que asolaron sus territorios ejecutando genocidios,
reduciendo a la esclavitud sexual a miles de mujeres y niñas, empleando la
tortura y crueles asesinatos contra las minorías étnicas, religiosas y los
homosexuales.
Los ejércitos nacionales que debían combatir a estos
verdaderos enemigos de la humanidad, se retiraban abandonando material bélico de
primera tecnología y bancos repletos de dinero –como sucedió en la ciudad irakí
de Mosul- que caían en manos del Estado Islámico.
Sin embargo, el ataque de los jihadistas a la ciudad de Kobane
en Rojava, fue frenado por la durísima y heroica resistencia del pueblo kurdo, encabezada
por sus milicias populares, que aún siendo superadas en número y armamento, lograron
infligirle la primera derrota a este ejército de mercenarios.
En la batalla de Kobane, denominada el “Stalingrado del
Siglo XXI”, las milicias kurdas –especialmente de mujeres- protagonizaron una
verdadera epopeya con un costo altísimo: miles de muertos y heridos y más de
120 mil refugiados.
Durante su asedio, el gobierno de Erdogan colaboró
abiertamente con el Estado Islámico, asistiendo a sus heridos en hospitales de
varias ciudades de Turquía, abriendo las fronteras para garantizarles
provisiones y permitiendo la utilización de su territorio nacional para
organizar ataques contra el pueblo de Kobane.
La OTAN y Estados Unidos con Erdogan contra el pueblo kurdo
Mientras Erdogan ataca ferozmente a los kurdos y kurdas en
Turquía, Irak y Rojava, Estados Unidos y los gobiernos europeos mantienen –cínicamente-
la calificación de “terroristas” al PKK –Partido de los Trabajadores del
Kurdistán-y a las milicias de autodefensa de mujeres y hombres.
De esta manera justifican y legitiman la invasión turca a la
parte de Siria que está ubicada entre los cantones de Kobane y Afrin. Incursión
que fue planificada para impedir que las fuerzas kurdas terminen de unificar
sus tres cantones, cortándole totalmente el paso a ISIS hacia sus bases de
Turquía.
Por todo esto, sin dispararles un solo tiro o misil a ISIS, los
tanques de Erdogan atacan Rojava mientras que sus aviones bombardean las aldeas
campesinas de Kandil, que son las montañas ubicadas entre Irán e Irak
controladas desde hace años por la guerrilla del PKK.
Lo único que hicieron los gobiernos de EE.UU. y Europa
frente a este atropello, fue reclamarle a Turquía “proporcionalidad en sus
combates contra el terrorismo”, además de exigirle al PKK que “frene sus
ataques contra Turquía… ya que sino lo hacen exacerbarán el actual círculo de
violencia”
“Nosotros, que defendemos el derecho del estado turco a
defenderse…. queremos que el PKK renuncie a la violencia y vuelva a dialogar
con el gobierno” -Declaraciones de Mark Toner, vocero del Departamento de
Estado, publicadas por Hurriyet Daily News y otros medios, el 4 de agosto
2015).
¡Hipócritas! Mientras justifican los ataques del estado
turco, que cuenta con el segundo ejército más poderoso de la OTAN, condenan al
pueblo kurdo por ejercer su legítimo derecho a la autodefensa.
Los representantes de los monopolios que saquean los
recursos de todo el mundo, son los que crearon al Estado Islámico para aplastar
a los pueblos que resisten el coloniaje y defienden las conquistas
democráticas, la igualdad de derechos de las mujeres y la convivencia entre distintas
etnias y religiones, como sucede en Rojava.
Estos agentes de los capitales financieros internacionales
pretenden masacrar a los trabajadores y pueblos en lucha para implementar sus
planes de Ajuste, Saqueo y Flexibilización, particularmente en Medio Oriente,
cuyos pueblos han comenzado a rebelarse desde que estalló la denominada
“Primavera Árabe”.
Las organizaciones y personalidades democráticas, de
Derechos Humanos, sindicales, estudiantiles feministas, de izquierda o
antiimperialistas deben pronunciarse, exigiendo el fin de los bombardeos, el
retiro de las tropas turcas y de la OTAN de la frontera con Siria y la
expulsión de los aviones imperialistas de la base de Ircirlik en Turquía.
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