De acuerdo a una noticia de DW del 16/10, representantes de
la Comisión Europea y Turquía firmaron un acuerdo este 15 de octubre pasado, a
través del cual la Unión Europea le garantizará al estado turco más de 3000 millones
de euros para mantener a los refugiados sirios en sus propios campos.
A cambio de esto, los funcionarios de Erdogan
aceptaron frenar, junto a las autoridades griegas, el flujo de refugiados que intentan salir hacia
la frontera del país vecino. Según DW, el acuerdo provisional “contempla la
aceleración de la concesión de los visados a los ciudadanos turcos y la
inclusión del país en el listado de estados considerados seguros.”
Erdogan logró su cometido: ¡Usando a los refugiados como
una gran herramienta extorsiva, obligó a los líderes de los principales países de Europa
a considerar a Turquía como un país “seguro”... ¡Esta decisión hipócrita fue emitida a los pocos días del atentado terrorista de
Ankara, que se cobró la vida de más de cien manifestantes opositores!
De esa manera Turquía continuará siendo segura para los terroristas
contrarrevolucionarios de ISIS, que seguirán cruzando sus fronteras sin ningún
inconveniente para matar kurdos, como lo hicieron en Ankara, pero también
Suruc, Adana, Diyarbakir y otras localidades.
Turquía continuará siendo segura para los intereses de los grandes
capitalistas extranjeros, que seguirán siendo defendidos por la policía y las bandas de ultraderecha, que atacan, secuestran, torturan y matan a decenas de jóvenes kurdos y activistas obreros en las
ciudades del sudeste, donde rige el estado de sitio y la ley marcial.
Turquía continuará siendo segura para los
militantes de ISIS -la mayoría de los cuales son ciudadanos de ese país, e
incluso agentes de sus servicios secretos- ya que podrán obtener con mayor facilidad las visas para
trasladarse a cualquier lugar del mundo.
Esto no es casualidad, porque más allá de las
críticas puntuales que los representantes europeos y yanquis le hacen a Erdogan
debido a sus “excesos”, lo sostienen para que Turquía se mantenga como bastión de la OTAN, una alianza contrarrevolucionaria al servicio de aplastar la
lucha de los pueblos de Medio Oriente, que está en ascenso.
Los capitostes del imperialismo apoyan a Erdogan y su banda
de asesinos porque lo necesitan para detener la rebelión del pueblo kurdo, que
después de derrotar a ISIS en Kobane y Tal Abyad en Siria, explotó en amplias regiones de Turquía, siguiendo el camino de sus compañeros y compañeras de Rojava en el norte de Siria.
La tarea de los luchadores y las luchadoras
del Kurdistán, de todo Turquía y el resto del Medio Oriente, no debe ser otra
que la de apoyar esta rebelión, impulsando la expulsión de los imperialistas yanquis, europeos, rusos y
chinos y de cada uno de los presidentes que les responden, como Erdogan,
Bashar, Barzani o Rhouani.
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