En una nota aparecida en el periódico del PTS, Izquierda
Diario número 611 del 26N, Josefina Martínez se pregunta ¿Quién es quién en la
guerra de Siria?, explicando muy superficialmente la ubicación de los distintos
bandos en pugna.
De esa manera, la periodista del PTS nos informa acerca del
posicionamiento general del estado turco, Rusia, Francia, Estados Unidos,
Bashar Al Assad -presidente sirio-, ISIS, Irán, Arabia Saudí y la “oposición
siria”.
Sin decir nada distinto de lo suele leerse en los diarios
europeos o Medio Oriente, Josefina tampoco habla acerca de la relación de
fuerzas entre las clases en esa región tan convulsionada del planeta, ni mucho
menos del pueblo kurdo, que está jugando un papel destacadísimo.
Recién en otra nota, escrita por Diego Dalai, nos podemos
enterar de que para el PTS la existencia de ISIS es el producto de la derrota
de la Primavera Árabe.
“La brutal represión estatal, empujada por el imperialismo,
sumada a la impotencia política del islamismo burgués moderado como la
Hermandad Musulmana de Egipto, fueron el principal alimento de EI.” ¡Los
compañeros caracterizan la situación al revés de la realidad!
El Estado Islámico no
es el producto de la contrarrevolución impuesta por la supuesta derrota de la
Primavera Árabe, sino la construcción y el impulso por parte del imperialismo,
el sionismo, Turquía, Qatar y otras burguesías árabes de una fuerza de carácter
fascista que tiene el objetivo de enfrentar y aplastar el proceso revolucionario,
que más allá de sus contradicciones continúa abierto.
Por eso, no es casual que el primer gran objetivo de ISIS
haya sido acabar con la resistencia kurda, tomando la ciudad emblemática de
Kobane, donde las milicias de esa nacionalidad le pegaron una paliza tremenda,
haciéndolo retroceder y cambiando cualitativamente el curso de los
acontecimientos.
Gracias a este triunfo, las asambleas populares, como las
que comenzaron a desarrollarse en Qamishlo, Kobane, Tal Abyad y otras
localidades de Rojava en el norte de Siria, se trasladaron a las ciudades
kurdas de Turquía, donde el movimiento de masas está protagonizando una
rebelión contra las fuerzas represivas de ese país, la segunda fuerza de la
OTAN.
Tan avanzado es el proceso, que el pueblo kurdo, que se
movilizó masivamente para sostener la lucha por Kobane, viene de echar a
patadas el ejército turco en Silvan, una barriada de Diyarbakir en el sudeste
turco.
Coherentemente con su posicionamiento, el PTS propone, en
otra nota, una política defensiva: organizar un “Gran movimiento Antiguerra” en
Francia para enfrentar el “giro reaccionario” que “tiene su expresión en un
aumento de las operaciones imperialistas de Francia particularmente en Siria,
pero también en el conjunto de Medio Oriente y África”.
La organización hermana del PTS en Francia, la CCR -Corriente
Comunista Revolucionaria- llama a luchar “contra el estado de Sitio y en
solidaridad con los refugiados”.
Estamos totalmente a favor de impulsar acciones contras las
medidas represivas del estado francés y de otros estados, que aprovechándose de
los atentados, están tratando de limitar las libertades democráticas.
También apoyamos las políticas que sirvan para ayudar a los
refugiados. Sin embargo, lo más importante pasa por apoyar a los millones que
se quedaron en Siria e Irak a combatir contra el Estado Islámico, las
burguesías nativas y los imperialistas.
En ese sentido y más allá de sus límites y contradicciones,
el destacamento que más consecuentemente lucha contra las bandas del Estado
Islámico y su principal mentor, el estado turco -Segunda potencia de la OTAN-
es el pueblo kurdo, representado por sus milicias de autodefensa, las YPG/YPJ.
No tenemos ninguna confianza en las conducciones políticas
de estas guerrillas multitudinarias, ya que el PKK, el HDP y otras organizaciones
que las conducen tienen una orientación que no apunta hacia la Revolución
Socialista sino hacia la conciliación de clases.
No obstante esto, los trabajadores y el pueblo kurdos, con
sus mujeres a la cabeza, están motorizando un proceso revolucionario que va más
allá de sus conducciones y se expresa en las asambleas y milicias populares,
que desde Rojava están apuntando al corazón del bastión imperialista más
importante de Medio Oriente luego de Israel: Turquía.
La posición del PTS no solo es equivocada, sino que
objetivamente favorece a quienes están jugados a aplastar el proceso
revolucionario, que tiene sus réplicas no solo en Turquía sino en la heroica
resistencia de pueblo yemenita contra la invasión de la coalición liderada por
Arabia Saudí y en la nueva Intifada que está gestándose en las entrañas del
monstruo sionista.
El PTS se niega a disputar la dirección de las masas kurdas
El 8 de diciembre los compañeros de Izquierda Diario
publicaron una nota bastante extensa acerca del pueblo kurdo, explicando el
proceso de formación y desarrollo ideológico del PKK, Partido de los
Trabajadores del Kurdistán.
En esta, junto con explicar algunos detalles de la historia
de este partido, dicen que “Los sucesos en Rojava, la parte occidental de
Kurdistán en Siria, tuvieron importante influencia en el rumbo político del
PKK.”
“El PYD, la organización hermana del PKK, formó estructuras
autónomas durante la guerra civil en Siria. Pero luego se sumó a una alianza
liderada por los EEUU, porque supuestamente permite combatir al Estado Islámico
“eficazmente”.
“La lucha de Rojava fue un hito histórico para el movimiento
kurdo y logró un gran reconocimiento a nivel internacional. Pero el compromiso
con Estados Unidos crea propensiones pro-imperialistas entre los kurdos, porque
no se denuncia el rol del imperialismo en este conflicto.”
“Aunque existen aspectos muy progresivos en Rojava y sus
elementos de autogestión, el movimiento sigue manteniendo el principio de la
defensa de la propiedad privada de los medios de producción. En Rojava está
protegido legalmente este aspecto.”
Más adelante, como remate, Izquierda Diario plantea que: “El
marxismo tiene como principio la defensa del derecho a la autodeterminación de
un pueblo, el kurdo en este caso, contra el Estado turco, aunque el movimiento
esté bajo liderazgo pequeñoburgués (o también burgués).”
“El estalinismo y el centrismo transformaron este principio en
un modelo en el cual la clase trabajadora desiste de su lucha por ejercer la
hegemonía en el movimiento, y se somete a las fuerzas pequeño burguesas.”
“Sin embargo, el axioma fundamental de defender el derecho a
la autodeterminación de las naciones oprimidas no implica que los marxistas
revolucionarios se subordinen a los otros jugadores políticos en este proceso.”
“El chauvinismo de la izquierda de hoy en día consiste en no
considerar los reclamos de la clase trabajadora kurda, al mismo tiempo que
descartan la posibilidad de un proceso de revolución permanente en Kurdistán.”
“En la historia del pueblo kurdo existen varias
insurrecciones heroicas y la lucha del PKK posiblemente es una de las más
importantes. Aun así, la tragedia del pueblo kurdo se explica en parte por la
política conciliadora de sus direcciones, que contienen las energías de los
trabajadores y las masas para poder negociar “pacíficamente” con el Estado
turco. Intentan presionar para que éste se transforme en un Estado burgués
“democrático”.
Los compañeros del PTS caracterizan a la dirección política
del pueblo kurdo -el PKK- pero sin arriesgarse a plantear una sola línea
referida a la política que sería necesario levantar para disputar la
consciencia de los/as millones de kurdos y kurdas de Turquía, Irak, Siria e
Irán que se movilizan por sus derechos.
Desde Convergencia Socialista tenemos críticas muy
parecidas, ya que también somos marxistas-trotskistas-leninistas. Sin embargo
no nos quedamos en la propaganda de estas, sino que intervenimos mediante una
orientación que comienza por el apoyo sin condicionamientos a la lucha por la
liberación del Kurdistán.
Desde esa ubicación, que implica el reconocimiento de esta
trascendental pelea -que tiene un carácter progresista más allá de su conducción-
hacemos todas las críticas y proponemos una salida obrera y socialista.
Nuestros compañeros y compañeras, incluso aquellos/as que
viajaron a Kurdistán para solidarizarse con sus combates contra ISIS, nunca
dejaron de denunciar las políticas conciliadoras del PKK, el HDP, el PYD y
compañía.
El PTS directamente se abstuvo de participar en la batalla
por Kobane y otros hitos de la lucha del pueblo kurdo, como la reciente
“Intifada” de Silvan dentro de Turquía, donde miles de vecinos y vecinas de esa
localidad acaban de echar a patadas al ejército turco de la ciudad.
El PTS se abstuvo y abstiene de participar en un proceso que
significó la puesta en pie de organismos de autodeterminación, como las
asambleas populares de Qamishlo y otras ciudades, que están siendo protegidas
por milicias construidas por sus propios vecinos.
Es que el PTS tiene una visión idealista de las
revoluciones, creyendo que solo existirán cuando desde el principio sean
conducidas por revolucionarios cuartainternacionalistas o militantes de su
partido.
La realidad es que siempre las revoluciones comienzan con
conducciones que no pretenden llevar hasta el final la lucha obrera y popular
mediante la imposición del Socialismo Internacionalista, sino conciliar con la
burguesía y el propio imperialismo.
Así sucedió en Rusia del 17 y en todos los procesos que
desembocaron o no en la toma de poder por parte de la clase trabajadora. Los
bolcheviques no le “hicieron asco” a esta contradicción, todo lo contrario:
intervinieron desde el inicio proponiendo sus consignas y planteos, jugándose a
ganar a las masas para su estrategia.
En Medio Oriente está desarrollándose un fenómeno de luchas
muy progresivo -desde nuestro punto de vista, de carácter revolucionario- que
tiene como uno de sus destacamentos de vanguardia a los kurdos y las kurdas.
Lamentablemente el PTS, que tiene recursos y militantes
suficientes como para intervenir de manera directa en este proceso, lo mira
desde lejos sin hacer lo que le corresponde a un partido revolucionario:
¡Disputar la dirección del movimiento de masas!
El propagandismo del PTS, lejos de combatir a los enemigos
de la revolución les da una mano fenomenal, ya que les deja el terreno libre
para que contaminen la conciencia de millones con sus políticas de conciliación
de clases o de sumisión total a las direcciones jihadistas.
Sin embargo, como se ha mostrado una y otra vez en la
historia de los últimos 50 años, no es posible reformarlo, la única solución es
luchar por construir algo completamente diferente sobre sus ruinas.
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