lunes, 19 de septiembre de 2011

Nació la Corriente Revolucionaria Internacional

Desde Convergencia Socialista de Argentina y el Movimiento Revolucionario de Brasil hemos decidido construir un agrupamiento internacional trotskista, la Corriente Revolucionaria Internacionalista, tratando de retomar la tradición y enseñanzas de nuestros maestros, Marx, Engels, Lenin, Trotsky y Nahuel Moreno.

Vivimos una etapa de grandes revoluciones, signadas por una contradicción tremenda, la ausencia de direcciones revolucionarias dispuestas a llevar los procesos hasta el final, peleando por la instalación de gobiernos obreros y populares que apliquen las políticas socialistas, las únicas capaces de resolver la crisis sin solución que afecta al sistema capitalista global.

Esta situación se expresa en el ascenso obrero que recorre Europa, donde han explotado, y continúan haciéndolo, poderosas huelgas generales contra las políticas de ajuste ordenadas por los bancos centrales y el Fondo Monetario Internacional.

También dentro del país imperialista más poderoso, los EE.UU., dentro del cual, después del fracaso del Acta Patriótica y la guerra contrarrevolucionaria contra Irak y Afganistán, reapareció ese gigante, ausente en el escenario durante años, el movimiento obrero, que salió a enfrentar a las políticas antiobreras y antipopulares del gobierno de Obama.

América Latina, China y buena parte del Asia están cruzadas por este mismo ascenso revolucionario. Pero si hay un lugar en el cual el proceso ha dado pasos agigantados, ha sido en el norte del África. Allí, producto de las movilizaciones multitudinarias e insurrecciones obreras y populares han caído tres dictaduras, las de Egipto, Túnez y Libia.

Esta dinámica tiende a extenderse aún a los países más atrasados de esa región o las cercanías, como sucede con en Sirio con la heroica lucha de su pueblo contra la dictadura, o en Israel, donde miles de “indignados” repudian las políticas de ajuste del gobierno sionista.

Del otro lado del planeta, otro país que parecía vivir en “calma”, ha comenzado a sintonizar la misma frecuencia que los demás. Chile vibra al son de los cientos de miles de obreros y estudiantes que protagonizaron la huelga general y la lucha de los estudiantes contra la educación privatizada.

En ese contexto es en Libia el lugar en el cual se han concentrado las mejores oportunidades para los revolucionarios, ya que gran parte de su pueblo se armó para enfrentar a la dictadura y pelear por sus reivindicaciones insatisfechas, organizándose en milicias.

Después de la caída de Kadaffi, las milicias caminan hacia un enfrentamiento, inevitable, contra el gobierno del CNT y sus amos de la OTAN, ya que estos se proponen desarmarlas para imponer un gobierno servil a los intereses de las multinacionales del petróleo.

Los partidos integrantes de la Corriente Revolucionaria Internacionalista tenemos un punto de vista común frente a esta perspectiva, que nos obliga a avanzar, poniéndonos del lado de las milicias, por lo tanto de la clase obrera y el pueblo libio en armas. Desde ese lugar pelearemos por la dirección del proceso revolucionario, proponiendo las consignas del programa de transición trotskista.

Esa es la razón por la cual saludamos la insurrección de Misarratta, una ciudad que se rebeló contra las órdenes del gobierno provisional del CNT, que intentó poner como jefe de seguridad de Trípoli, al general Skhal, un militar que pertenecía a uno de los regimientos más sanguinarios del régimen, comandado por uno de los hijos de Kadaffi.

De la misma manera repudiamos a quienes, en nombre de la izquierda o del “progreso”, como Fidel Castro o Hugo Chavez, convocan a apoyar a la dictadura de Kadaffi, escudándose en el ataque de la OTAN.

Estos, como aquellos otros, que capitulan a la dictadura por omisión, son responsables del aislamiento que sufrió la insurrección obrera y popular que explotó en Trípoli junto a la que aconteció en Bengazi y otras ciudades de ese país. Ese aislamiento ayudó a Kadaffi a ejecutar su plan de aniquilamiento de los rebeldes, asesinando a los miles que hoy son descubiertos en las fosas comunes.

Esa misma política de aislamiento es la que ahora, en circunstancias distintas, están elucubrando los “amigos de Kadaffi”, para dejar a las milicias a merced de la represión del gobierno del CNT y la OTAN, que intentarán desarmarlas, de manera de imponer la reconstrucción del régimen con los viejos oficiales de la dictadura.

Con la misma intransigencia enfrentamos al centrismo, que sin apoyar las políticas de Chávez y los Castro les capitulan por pasividad u omisión. De esa manera, organizaciones como la Lit/CI o la UIT, que hacen propaganda a favor del campo revolucionario, no hacen nada por movilizar a favor del mismo.

Por una parte, porque han dejado de impulsar las marchas y acciones solidarias y por el otro, porque se han negado a poner en pie las brigadas de apoyo a las milicias, única manera de llevar a Libia las posiciones de los revolucionarios, peleando por la consciencia de las masas. Los centristas son cómplices de Castro y Chávez, porque han dejado los trabajadores y al pueblo libio en manos de la política del CNT y la OTAN.

Sin embargo, a pesar de Kadaffi, los ataques de la OTAN, la política desmovilizadora del CNT, las canalladas de Castro y Chávez y la pasividad de los centristas, las masas, que no han dejado de pelear, avanzan más allá de los límites que les ponen sus direcciones, brindando nuevas oportunidades para los revolucionarios consecuentes.

Desde la Corriente Revolucionaria Internacionalista nos proponemos intervenir activamente en esta situación revolucionaria mundial abierta, dando pelea, no solo en nuestros respectivos países, sino jugándonos a empalmar con los revolucionarios de otros lugares, como en Libia, para emprender la tarea más importante, la reconstrucción de la Cuarta Internacional, que implica poner en pie el estado mayor de la revolución.

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